“Me encontraréis a bordo ligero de equipaje / casi desnudo, como los hijos de la mar”, decía Antonio Machado. No es mi caso, aunque también sé que nuestro escritor no se refería a esta nimiedad. Mi equipaje esta adornado de guías del país y libros de lectura para desbloquearme por las noches, para olvidar los reincidentes problemas que el viaje acarrea. Siempre hago lo mismo en los preparatorios. Visito la librería especializada, que tengo cerca de mi casa, y cargo con abundante material. En esta ocasión le ha tocado el turno a “El malestar en la globalización”, de Joseph E. Stiglitz, pasta blanda, edición de bolsillo y seguro que, al terminar mi viaje, bastante deteriorado por los golpes, las subidas y bajadas de mi morral y la despreocupación con la que suelo tratar mi equipaje. Además, este viajero insatisfecho lee y lee sin parar (y esto también deteriora, aunque no envilece) y cuando hay escasez de existencias suele ser el mismo libro; “La guerra del fútbol y otros reportajes”, de Ryszard Kapuscinski; “Pantaleón y las visitadoras”, de Mario Vargas Llosa, (lo quiero releer) muy deteriorado pues lo compré en una de esas tiendas repletas de libros de segunda mano, con novelas de Marcial Lafuente Estefanía, casetes antiguos de VHS y números atrasados de revistas de todo tipo, menuda pátina grasienta tiene de tanto pasar de mano en mano, y “Rumbo a Tartaria”, de Robert D. Kaplan, que no sé por qué me ha resultado tan barato, cerca de tres veces menos de lo que marca en su contraportada. En mi librería suelen tener libros que por su escasa venta, o cualquier otro motivo, los ponen a un precio muy asequible. Yo, encantado. No esta nada mal comenzar los viajes ahorrando en estos menesteres, bastante circulan luego los billetes en ciertas visitas de difícil acceso si no fuera por los dólares que anticipas a cualquier guía local que, por supuesto, no lo es. Creo que “me pasé cuatro pueblos”, como dirían en el mío, a la hora de elegir estos libros que con su variado contenido me llevarán de una zona a otra del Globo (me globalizarán) sin moverme de mi lugar de destino.
Estuve buscando, aunque no de manera insistente, “El peor viaje del mundo”, de Apsley Cherry-Garrard, pero el destino no me fue propicio. Cuando tenga tiempo, cumpliré la promesa de leerlo, si lo reeditan, pues me dicen que está agotado o ya descatalogado.
Estuve buscando, aunque no de manera insistente, “El peor viaje del mundo”, de Apsley Cherry-Garrard, pero el destino no me fue propicio. Cuando tenga tiempo, cumpliré la promesa de leerlo, si lo reeditan, pues me dicen que está agotado o ya descatalogado.