23 de septiembre de 2013

"Las cumbres del Nilo"

Josep A. Pujante relata en ‘Las cumbres del Nilo’ la expedición que compartió con sus amigos Agustí y Marcos a través de las impenetrables y brumosas junglas del corazón del África profunda, entre Congo y Uganda, donde se alza el Ruwenzori, las famosas Montañas de la Luna.
La misión no fue sencilla. Los inconvenientes o contratiempos surgían a cada paso aunque, al final, consiguieron coronar juntos la cima de nieves perpetuas que dan origen al Nilo Blanco.
Cuatro años después de alcanzar esta cumbre, cuando planeaban una expedición al sagrado monte Gishe, cercano al nacimiento del Nilo Azul, en Etiopía, Agustí murió en un trágico accidente de escalada en el Pedraforca. Guiado por la emoción, Josep viajó solo a África cuatro meses más tarde y alcanzó la cima del Gishe, donde debían reposar, al menos en parte, las cenizas de su amigo. Aquí, en la segunda ascensión, peligró hasta su integridad física:
Si alguno de aquellos cantos nos hubiera impactado en la cara o en cualquier parte de la cabeza, hubiéramos tenido que lamentar un grave accidente de imprevisibles consecuencias, allí en medio, lejos de cualquier hospital […]. Debe ser complicado acertar; sin embargo, aquellos pastores manejaban con destreza y pericia admirable lo que para ellos debía ser un instrumento cotidiano [la honda].
El viajero insatisfecho recomienda una (h)ojeada a estas páginas, en la seguridad de que el intento por entrar en ese mundo de cumbres, aventuras y expediciones no será vano. El relato conseguirá captar, seguro, la atención del cualquier entusiasta trotamundos.
El libro araña y hace estremecer a los lectores aventureros, también a los que se conmuevan con antiguas historias de viajeros y exploradores, todo ello sazonado con ingredientes de un sincero sentimiento de amistad, una de las más ardientes virtudes del ser humano. Javier Reverte, autor del prólogo, dice que “el homenaje a la amistad es siempre el mejor espejo donde se mira la nobleza del alma”.
¡Nunca mejor dicho, maestro!.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013

13 de septiembre de 2013

Los ‘falsos sacerdotes’ de Kukulcán

El templo de Kukulcán

Esté donde esté un viajero en el Yucatán mexicano nunca olvidará visitar una de las joyas del imperio maya, Chichén Itzá. O tal vez, si, pero luego no podrá decir que es un viajero 'trágalo-todo'.
Es tal la trascendencia que tiene el nombre de estas ruinas que el topónimo de la población aledaña, a unos centenares de metros, podríamos decir que ha sido absorbido. Tanto, que el viajero insatisfecho al escribir estas líneas no recuerda ni cómo se llamaba.
Lo más impresionante del enclave: el templo de Kukulcán, la archiconocida pirámide escalonada.
Escuchaba al guía desde el primer momento con gran atención, pero según iba desglosando la sabiduría maya y el antiguo ceremonial de los sacerdotes del dios que presidía el sitio, Kukulcán -una representación maya del Quetzalcóatl de la cultura tolteca- iba recordando la película Apocalypto, de Mel Gibson. Si bien, en su momento, recibió las críticas por parte de los descendientes mayas hoy vivos, estos mismos (guía oficial incluído) al explicar las ruinas cuentan la idéntica o similar historia que merodeaba en el guión de aquel denostado film.
En el recorrido por Chichén Itzá, el guía recalcaba mucho la sonoridad del lugar, que fue utilizado por aquellos antiguos sacerdotes, elevados a la categoría de dioses, para domeñar al ignorante pueblo maya, repartido por toda la selva colindante; hablaba de los sacrificios humanos como una manera de infundir miedo en sus súbditos o enemigos, y del conocimiento astronómico de los grandes próceres mayas para dominar con sus prediciones (momento ideal para la siembra, o de la cosecha,….) al resto del ‘populacho’.
Y de esto, también hablaba la película de Gibson.
Pero las patrañas que aquellos sacerdotes del dios Kukulcán difundían a su pueblo continúan. Para mantener al turista dentro del círculo de viajes organizados, a precios de hurto, por una determinada agencia, también los guías turísticos mexicanos de hoy en día utilizan la mentira, el engaño y el miedo para captar o dominar al visitante foráneo en los hoteles, sin tener en cuenta el daño que con ello causan a su hermoso país, propagando supuestos peligros en el exterior del hotel, donde el extranjero sólo encontrará un pueblo encantador y simpáticas gentes.
¡Sean malditos!.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013

6 de septiembre de 2013

Un perfil inventado


El otro día leía a Juan José Millás ("Carlos, Carlos, qué hago ahora contigo"), en ‘la última’ de ‘El País’, su particular artículo sobre la creación de un falso perfil en “facebook” que, de una manera un tanto kafkiana como siempre describe este periodista, se imbricó [el falso perfil] de forma obsesiva dentro de él.
Y a este mochilero le vino a la cabeza el ‘viajero insatisfecho’, como figura, también creada por pura arbitrariedad cerebral. Su obsesión mental por este personaje viajero-inventado no llegará nunca a la obsesión de Millás por el suyo. Pura literatura la de este articulista de ‘El País’, sí, pero reflejo de algún yo-distinto que pudiera existir, y que es fácil de que exista.
¿Terminará este leonés escribiendo e-mails al personaje ‘insatisfecho’ como Millás escribía a ‘su Carlos Rispais’-inventado?. No lo cree pues supondría tanto peligro “como hablar solo en voz alta” y una mancha en su curriculum.
Al que escribe estas líneas, no le matarán los remordimientos por no haber escrito al sujeto inventado como le pasaba a Millán; no se preocupará por no saber nada de él pues sabe todos los días algo; no se ofuscará por haberse perdido la infancia del personaje pues con él ha crecido y no ha tenido esa ausencia que justifique tal ofuscamiento; no necesitará hacerle una visita porque vive en su casa, ni le dejará herencia testamentaria ya que sucumbirá a la par.
Es y será, sin duda, un personaje inventado, una imposible celebridad en un mundo donde sobran las celebridades, pero con tremendas similitudes que le impedirán mantenerlo fuera, alejado u olvidado.
Y le dedicará su cariño.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013