31 de agosto de 2018

Palenque, la liberación de los esclavos

Escultura de Benkos Bioho, líder de la liberación

Palenque merecía una visita desde donde se encontraban en aquel momento, Cartagena de Indias. Y merecía una visita porque físicamente estaba a unos 50 kilómetros y porque la diversidad cultural y genuina de San Basilio de Palenque parecía un lugar indicado, por diferente, para conocer algo más sobre Colombia. Antes de partir, el viajero insatisfecho y su amiga ya sabían que era un pueblo originario de negros africanos escapados del yugo de la esclavitud, para vivir con autonomía e independencia, y sabían que tenían un idioma, el palenquero, diferente del español y de cualquier otro idioma conocido. Como era fin de semana decidieron hacerlo en una excursión organizada con otros interesados de diferentes procedencias y países, una manera práctica y poco trabajosa de recorrer la distancia y evitarse buscar los autobuses que pudieran acercarles al lugar.
Les recogieron en el hotel-agencia donde habían contratado la excursión y partieron con otros 14 o 15 jóvenes curiosos por este modelo de convivencia local. A la llegada al pueblo, se hizo cargo del grupo un simpático negro, Andrés Sacabuche, que desde el principio les animó a intentar aprender algo del idioma palenquero. Hoy en día, se creía que era una mezcla entre portugués, castellano y varias lenguas bantú, con origen en África Central y Meridional. Complicado aprenderlo, pero como el amigo Sacabuche llegó a ser bastante insistente y repetitivo al final se podría decir que, mediante frases hechas, el grupo consiguió hablar un poco el idioma local. Lección que fue olvidada pronto, en el camino de regreso.
Una vez allí conocieron que San Basilio de Palenque había sido declarado por la Unesco Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por ser el primero en Latinoamérica y, muy importante, que se encontraban de lleno en el Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024). Este decenio, según rezaba un monumento conmemorativo, constituye una década en la que las Naciones Unidas, los Estados Miembros y la sociedad civil, sumarán esfuerzos y adoptarán medidas eficaces para lograr el pleno disfrute de todos los derechos de las personas de ascendencia africana, y su plena e igualitaria participación en todos los aspectos  de la sociedad.
¡Ahí, es nada!. Toda una declaración de intereses, y reivindicaciones que, por cierto, eran constantes y continuas a lo largo de las charlas o explicaciones.
Siguiendo las indicaciones del simpático guía Andrés Sacabuche, el grupo recorrió gran parte del sencillo poblado que se dejaba querer y admirar. Al fin y al cabo eran turistas-viajeros los que visitaban el lugar y eso era proyección hacia el exterior y, también, dinerillo para sus proyectos inmediatos. Todo era cuestión de identidad pero también de supervivencia. Al final, la cultura, la tradición, la particularidad de su lengua, de su música y gastronomía eran los únicos motivos por lo que los turistas se acercaban para conocerles y, con ello, aliviaban la débil economía local.
Asistieron a la charla de unas mujeres que habían publicado un libro sobre los dispares peinados de las mujeres negras, palenqueras o no, y escucharon a uno de sus personajes más queridos, el maestro Rafael Cassiani, que con su ‘marimbulá de cuerda’ había recorrido ya, y tocado en las más grandes capitales del mundo. La lista era larga, cuando él mismo la desgranó, en un repaso pausado de sus actuaciones.

'Kid Pambelé'




En ese paseo por la población, se detuvieron delante de los dos grandes héroes de Palenque. Uno, el líder de la liberación del pueblo esclavo, Benkos Bioho, que tenía en la plaza una moderna escultura en su honor y representaba al personaje con aires de libertador, el torso desnudo de Benkos Bioho alzaba sus brazos pidiendo libertad. Y sí, San Basilio de Palenque era considerado el primer pueblo libre de América. Aun así, este pueblo era desconocido por la generalidad de los colombianos y el mundo hasta que en los años 70 -y aquí aparece el segundo de los héroes- llegaron los combates de Antonio Cervantes, ‘Kid Pambelé’, que situaron en el mapa mundial a este pequeño pueblo colombiano. También, como no, tenían una estatua en honor de este famoso boxeador, en posición de combate, en uno de los extremos del pueblo. A todo este despliegue artístico, habría que añadir varios 'graffitis' reivindicativos de la raza negra, y banderas pintadas también en sus paredes remarcando su personalidad como pueblo diferente.

Grafittis en las paredes de la población

El guía Sacabuche despidió, aparentemente agradecido, al grupo. Saludó uno por uno a sus componentes y, después de una pequeña espera que dio tiempo para saborear una cerveza Águila Colombia, el autobús puso rumbo al lugar del almuerzo para inmediatamente después dirigirse al punto de partida, Cartagena de Indias.

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