Aquel ‘banna’ (fotografía), con el escaso cargamento de miel recolectado, bajaba solitario por la carretera donde el microbús se había averiado. En las últimas salidas del viajero insatisfecho (¿Coincidencia?. No sabe), los buses, minibuses o taxis compartidos suelen averiarse con cierta insistencia.
- ¿Puedo hacerte una fotografía?.
- Son 3 birr (moneda local).
- OK. ¡Venga!.
[ ¡A tragar! ].
La principal actividad económica de los ‘banna’ (en realidad, un subgrupo de la etnia ‘hamer’) era la ganadería. Se dedicaban especialmente al pastoreo de rebaños de vacas, y en menor medida, ovejas y cabras. La apicultura era otro recurso para su propia alimentación o posterior venta.
Aunque algunos continuaban siendo seminómadas y carecían de viviendas fijas, los ‘banna’ compartían muchas tradiciones y rituales con otros pueblos de la región etíope del río Omo. Cuando un joven quería casarse y había sido aceptado por la joven elegida, debía pasar por la prueba del ‘salto de las vacas’: la familia de la joven seleccionaba un grupo de vacas que, colocadas una junto a otra, el pretendiente debía saltar cuatro veces sobre ellas sin caerse. Si esto ocurría en alguno de los saltos, se consideraba un mal augurio para el futuro de la pareja por lo que el novio sería rechazado por la familia de la novia y tendría que esperar un año más para volver a pasar por la misma prueba.
Los ‘banna’, dicho sea de paso, podían tener hasta cuatro esposas.
Otra curiosa tradición era la dedicación de los hombres al cuidado y embellecimiento de sus peinados. Solían recubrirlos con un trabajado gorro que protegían a su vez durante el sueño. Acostumbraban a dormir con la cabeza recostada sobre un apoya-cabezas de madera.
Artilugio éste ofrecido con insistencia a los turistas/viajeros como artículo de recuerdo.
¡Pena no haber traído uno!.
Foto.: Originales colmenas-tronco de abejas colgadas de los árboles.
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