1 de febrero de 2007

Kapuscinski y Libertalia

Hace unos días murió Ryszard Kapuscinski, y quería dejar constancia de ello. Todas sus obras, sean de donde sean, se leen como si fueran crónicas de la realidad humana de un determinado país. Si miramos el apartado de “Mis libros de viaje” vemos que, en su momento, al menos incluí dos (Ébano y Viajes con Heródoto), pero podrían haber sido cinco o, tal vez, siete. Qué más da, pues todos los que he leído podrían formar parte de este importante apartado, del que, además, faltan muchos, muchísimos otros autores.
¡Al grano, que te vas por las ramas!.
Madagascar es en la literatura de viajes Libertalia, un país imaginario en la mente de Daniel Defoe, pero también es la isla de la biodiversidad y, como consecuencia, un territorio que deberíamos defender a “capa y espada”. Hace algunos años estuve por allí y si soy coherente con lo que pensé en aquellos momentos, tengo que decir que una de las cosas que más me impresionó, además de sus paisajes, fue el observar, durante una eterna noche de viaje en un utilitario coche atestado de locales, la inmensa cantidad de fuegos que se mantenían vivos a lo largo del camino. Se veían a lo lejos, más cerca y al lado del camino. Eso puede destruir en pocos años un país completo, su biodiversidad mermarla hasta convertirla en una retórica de la historia.
El país, bien. Su gente, bien. Su historia, trastornada de invasiones, repoblaciones humanas y piratas. ¿Por qué ningún “kapuscinki” escribe algo sobre ese país?. Tal vez, sin serlo, lo haga yo, viajero insatisfecho.

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