Monument Valley
La diligencia, La
legión invencible, Rio Grande o Centauros del desierto son algunas de
las míticas películas de John Ford. Famosos films que en sus legendarias
escenas de vaqueros, diligencias y caravanas de carromatos tirados por caballos
mostraban paisajes del grandioso Monument Valley, panorama reconocido
por todos los que han tenido una infancia rodeada o envuelta por el western americano. A John Ford le
subyugó este paisaje rocoso del territorio navajo y, hoy día, se mantiene tal y
como el acervo personal de muchos cinéfilos recordarán de las tardes de 'butaca y
palomitas'. Con el tiempo, y
la locura o fanfarria americana, ha sido el escenario de otras muchas películas
de diversos géneros, como Licencia para
Matar, Regreso al Futuro III, Thelma y Louise, Forrest Gump o El Llanero solitario.
¿Por
qué no conocerlo?, se había preguntado siempre el viajero insatisfecho. Aunque no fue hasta que el grupo de amigos
decidió hacer esa excursión al desierto de Arizona y Utah que no lo vio
factible.
Muchos
kilómetros a la redonda de este famoso y tórrido valle era una reserva india de
los navajos, que explotaban además el negocio del recorrido al Monument
Valley. Que era una reserva se notaba en esto, y en los muchos problemas
que había para conseguir una cerveza fría (o caliente) en las poblaciones
cercanas, incluida Tuba City, donde el ‘grupo
Nissan Armada’ estuvo hospedado la noche anterior. El alcohol, por los
problemas derivados de su abuso, estaba prohibido. Tiempo atrás, en el alcohol
se habían refugiado muchos indios, tanto sioux como navajos, por las evidentes
y forzadas contradicciones en su forma de vida. Los nativos americanos se negaban
a abrazar una forma de comprender el mundo completamente distinto a la suya; al
encierro en reservas a las que habían sido abocados; a la negación de su
cultura, su espiritualidad y tradiciones, y al genocidio sostenido durante siglos.
Una terrible pesadilla personal y comprensible, enmarcada en la absurda ensoñación
americana.
El
Monument
Valley era un respiro de paz y polvo, y de silencio y estruendo de
tubos de escape de 4x4. De la soledad de los ganaderos o labriegos navajos y la
masificación del turismo necesario para la subsistencia de ellos. Todas estas
contradicciones, y muchas más, convivían entre aquellas mitológicas rocas que
subyugaron a John Ford.
Monument Valley
Pasaron
por caja en la carretera que les llevaba al valle, en un puesto navajo de
control y tickets. Una vez traspasado el límite, dejaron por unos minutos el Nissan aparcado y se acercaron al ‘view point’ que mostraba en su
inmensidad el rocoso valle, las pequeñas montañas de cúspide plana, las aristas
verticales de las rocas y la llanura repleta de matojos casi muertos. Un
paisaje evocador.
Ya
de pleno, en las múltiples paradas fotográficas, los copiosos puntos visuales
se acumulaban en los objetivos de cámara y móvil. No era mucho lo que se podía
hacer. Sólo circular y circular. Dejarse llevar por las miradas a través de las
ventanillas del 4x4 Nissan. Por
delante y por detrás las montañas se iban presentando con los nombres como han
sido conocidas y catalogadas para el visitante, ‘The East and West Mitten Buttes’, ‘Merrick Butte’, ‘The Hub’, ‘Las
Tres Hermanas’ o ‘Spearhead Mesa’.
Muchas paradas para festejar la aventura, ‘hacer el ganso’ o, simplemente, estirar las piernas y disfrutar de un entorno peculiar.
Muchas paradas para festejar la aventura, ‘hacer el ganso’ o, simplemente, estirar las piernas y disfrutar de un entorno peculiar.
Muchas paradas y relax.
Muchas paradas.
Cada uno tenía su punto de foto ideal. Cada
uno deseaba inmortalizar el momento utópico.
(Y mucho más aquella pareja de Kansas).
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