'Historia de un continente. África', de John Iliffe
No sólo le gusta viajar por África. Le gusta leer, le gusta recibir noticias, experiencias o consultar vivencias de otros. La pasión del viajero insatisfecho por África tiene que ver con todo lo que de allí conoce, ya sea por su propia vida o por lo absorbido de otros, desde fuera, a veces, más interesante que la particular experiencia. Siempre le impresionó lo que este continente sufrió años ha con la esclavitud, sin olvidar por supuesto lo que sufre ahora con otra clase de indignidad: la corrupción generalizada.
En
su mesilla de noche tiene ahora ‘Historia
de un continente. África’, de John Iliffe. Un libro esclarecedor, sabio,
histórico, lleno de análisis y denso, como lo sería la historia de otro
continente contenido en sólo 500 páginas.
Le
llamó la atención, sobre todo, el inicio del capítulo sobre la esclavitud, un
capítulo tal vez demasiado sintetizado para describir un tema con tanto meollo
y enjundia. Le vino a la mente el castillo de Cape Coast, en Ghana, visitado
por el presidente Obama en su recorrido por el país. Su presencia allí, simbolizaba
el reconocimiento de un hecho tan lamentable como fue la trata de esclavos. También
recordó la puerta del No Retorno, en Ouidah, Benín. Dos símbolos de la esclavitud visitados
entre los muchos que hay en las costas africanas.
Así
inicia Iliffe este capítulo:
“Una
historia de África debe dedicar algunas páginas a la trata de esclavos en el
Atlántico, no sólo por razones morales y emocionales, sino también por la
importancia que tuvo en la evolución del continente. Desde mi punto de vista,
sus efectos fueron enormes, complejos, y sólo se entienden a la luz de la larga
lucha librada por las sociedades africanas contra la naturaleza. Las
exportaciones de esclavos frenaron el crecimiento demográfico de África
occidental durante al menos dos siglos. La trata de esclavos dio lugar a nuevas
formas de organización política y social, a una mayor insensibilidad ante el
sufrimiento. El África subsahariana ya se había quedado atrás en el desarrollo
tecnológico, pero el tráfico atlántico agudizó su atraso. Sin embargo, a pesar
de tanta desdicha, no debemos olvidar que los africanos sobrevivieron a la
trata de esclavos, conservando relativamente intactas su independencia política
y sus instituciones sociales. Paradójicamente, este vergonzoso periodo de la
historia también aguzó al máximo la capacidad de resistencia del ser humano.
Era el sufrimiento lo que daba a África su esplendor”.
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