La música predominante en Trinidad y Tobago era el pan o steel-pan, música de tambores de acero, que era lo que significaba, y si se organizaban en una banda, steel-band. Música de las islas mamada por el pueblo al regazo de las muchas escuelas que entonces existían.
Un tratamiento previo, artesano, para armonizar diferentes formas, y por tanto sonidos, hacía que unos bidones de petróleo se convirtieran en utensilios musicales. Excepto los trinitarios, no había otro pueblo que hubiera evolucionado su música hacía aquellos particulares instrumentos y timbres. Sonidos metálicos que unidos convertían sus percusiones en una melodía metálica y cristalina.
Se creía -eso decían en la escuela a la que el viajero insatisfecho asistía de oyente muchas noches- que su mayor esplendor fue durante la Segunda Guerra Mundial. La construcción minuciosa de los tambores y el desarrollo popular de técnicas propias para que esos barriles vacíos produjeran bellas melodías, fueron parejos.
En aquellas jornadas trinitarias sería práctica corriente oír aquellos sonidos al caer la noche en los alrededores de las muchas escuelas de pan, en el centro de Port of Spain (su capital). También el Emancipation Day fue un barullo de steel-pan y color.
Un cigarrillo de ‘Habanos’, una cerveza bajo la luna, el calor caribeño y el son de las steel-band sería uno de los placeres y rutinas habituales en las largas noches de Trinidad y Tobago.
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