Cerca de Goris, en el centro/sur de Armenia, había al menos dos sitios que parecían interesantes y que el viajero insatisfecho quería visitar ¿Lo lograría?
Llegó
a Goris, muy cerca de la frontera hacia Nagorno Karabaj, una mañana de un día
cualquiera. No tenía mucha información sobre ambos enclaves visitables, pero
intuía que necesitaría, de nuevo, utilizar un taxi para alcanzar los objetivos
(¿Se estaba acostumbrando a los taxis armenios?). O algún autobús de línea.
Buscó
el hotel que había visto por internet y que parecía tener cierta calidad,
barato y con un patio lleno de frutales. Un lugar cómodo para pasar dos o tres
noches y, al menos, tener un lugar donde disfrutar del verde natural de un
jardín. Muy buen recibimiento. La dueña charlaba con unas amigas en un
simpático y bien construido cobertizo, donde por cierto desayunaría todas las
mañanas, y bromearon con él (les dio pie) sobre su desaliñado aspecto.
Tatev era un monasterio muy famoso en Armenia
y distaba de Goris unos cuantos kilómetros, pero parte de ellos era interesante
hacerlos en el Wings of Tatev, el
teleférico reversible sin paradas más largo del mundo. Sabido esto, tendrá que
contar dos experiencias: el monasterio y el teleférico. Disfrutó de las dos. Hasta
allí, hasta la salida del teleférico, se dirigió en un taxi y, en esta ocasión,
debería esperar al menos dos horas para completar la visita.
Está bien la experiencia del teleférico. Largo, muy largo. A mitad de camino, un poste dividía ambos tramos y saliendo del primero, la caída de la caja hacia el segundo tramo era pronunciada e impactante. El monasterio Tatev tenía bellas fotos por su ubicación, más que por lo espectacular de sus edificios. La información previa de que disponía decía que el visitante se fijara en un pilar octogonal coronado por un khachkar que, supuestamente, había predicho las actividades sísmicas de la zona ¿sería verdad? Recorrió todos los edificios y sacó fotos, pero nada especiales para un monasterio. Por cierto, muy bien restaurado y cuidado. Regresó de nuevo donde le esperaba el taxista en el Wings of Tatev.
Al
día siguiente saldría por la parte contraria de Goris para visitar el poblado Viejo
Khndzoresk, excavado en la arenisca volcánica de las laderas de Khor
Dzor (Garganta profunda). El Viejo Khndzoresk ya estaba habitado en el siglo
XIII. A finales del siglo XIX era el pueblo más grande de aquella zona armenia,
pero tras ser devastado por el terremoto de 1931, quedó abandonado. Ahora, más
bien parecía un pueblo fantasma. Lo que quedaba eran cuevas en las laderas -agujeros
diría- que se usaron como refugio durante la guerra de Nagorno Karabaj, y dos o tres
iglesias semiderruidas.
Un puente colgante comunicaba ambas laderas.
Al margen de las visitas, le gustó Goris: una ciudad tranquila, con posibilidades de paseos y un espectacular, ajardinado y tranquilo bar/restaurante desde donde, con una cerveza en la mano, se podían ver las casas-cueva medievales de Goris, otra atracción, a la que no hacía falta acercarse para evaluar su estética. Se apreciaba de lejos.
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