Formas,
colores, penumbras, reflejos, claridad, blancos, naranjas, ocres, tostados,
amarillentos, luminosidad, sombras, o rayos de luz. Todo esto cabría a la hora
de definir el Antelope Canyon.
No
va a hablar mucho este viajero
insatisfecho sobre este cañón, en realidad dos: Upper y
Lower. Cree, sin duda, que lo mejor sería disfrutar de alguna de las
fotografías. Cada posición tenía una foto. Cada paso era una instantánea.
En
territorio o reserva de los navajos, estaba gestionado por ellos. Muy cerca, la
central térmica que el gobierno de Estados Unidos había montado allí. Era prácticamente
la única industria de la reserva. Poseía chimeneas de 236 metros de alto, y
llamaba la atención aquella imponente altura en medio de la nada, en medio del
semi-desierto de Arizona. A lo lejos, se divisaba la ciudad de Page.
Pero
yendo a lo que trata esta breve crónica, el Antelope Canyon era un
espectacular cañón perfilado por el agua y el viento a lo largo de los años.
Una formación geológica que se había ido horadando por las corrientes de agua mediante
un complicado proceso geológico. Fue refugio de pobladores locales en tiempos difíciles de persecuciones
y batallas. Descubierto por una mujer de la tribu de los navajo, su recorrido
era una experiencia visual increíble.
Hay
muchos sitios en el mundo que convocan a las gentes por su entorno. Otros, por
su grandiosidad, por su antigüedad, o por naturaleza explosiva. También, por su
religiosidad. Pero para este mochilero, el Antelope Canyon llamaba la atención
del visitante por su fuerza visual.
Aquí
deja unos ejemplos.
Muy cerca estaba el
famoso Horseshoe Bend, meandro rocoso del río Colorado, situado poco más abajo del lago Powell.
¡Tremenda aglomeración de turistas para sentir cómo la naturaleza había perfilado aquellas formas en el río Colorado!.
¡Tremenda aglomeración de turistas para sentir cómo la naturaleza había perfilado aquellas formas en el río Colorado!.
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