23 de mayo de 2024

Paraguay, guay, guay,....


Catedral-Basílica de Asunción

Estaba en el norte y, antes de lanzarse al centro y sur argentinos, el viajero insatisfecho quería conocer algo de Paraguay.

(Resumirá la visita en este único ‘post’).

A ello se dedicó los siguientes días. Un planing ambicioso desde la ciudad de Salta, donde se encontraba, pues las distancias en este país eran siderales, sobre todo, empeñado como estaba en hacerlo por la vía terrestre y evitando el avión como medio para los traslados. Un autobús nocturno le colocaría —después de horas y horas de trayecto— en la ciudad de Corrientes, a orillas del río Paraná. Esta ciudad, tenía como vecina muy cercana, la población de Resistencia, otra gran urbe. Corrientes tenía la parte central urbana muy del estilo colonial, con reminiscencias arquitectónicas españolas, con calles angostas y un casco funcional. Había varios lugares antiguos para visitar. Pero la ciudad había crecido y creado su personalidad propia. Corrientes, a orillas del río Paraná, tenía un moderno paseo pegado a la ribera del río, aunque su centro histórico parecía no mirar hacia él. La creencia popular afirmaba que el suelo de Corrientes tenía "payé": Una magia que atrapaba a todo aquel que lo pisaba y, por más lejos que se encontrara, siempre sufriría de añoranzas por estas tierras. Fundada en 1588 por Juan de Vera y Aragón, era la ciudad más antigua del nordeste argentino.

Después de recorrer el centro y el parque se acercó hasta la Punta Mitre, una de las siete puntas de tierra y piedra que sobresalían sobre el Río Paraná y que le dieron el antiguo nombre a la ciudad: San Juan de Vera de las Siete Corrientes. Orgullosos como estaban de ello, una señora le insistió que hiciera un recorrido por todas aquellas puntas. Aunque, no eran nada más que pequeños salientes que los correntinos cuidaron y empedraron para mantener su forma y fama.

Disfrutó de la brisa.

De esta ciudad se dirigió hacia la frontera de Clorinda para entrar en Paraguay. El autobús le dejó en el centro de Asunción, capital de Paraguay, a orillas del homónimo río, y en la frontera con Argentina. Una pensión, en una típica casa colonial en la zona centro, con un patio-jardín interior, le sirvió de refugio nocturno. Le atendió una bella y simpática mujer paraguaya. Cree recordar que vio muchas de este estilo, lo que en su mente generó un bello patrón de mujeres paraguayas. En una habitación grande, con una cama king size, permaneció tres o cuatro noches.

Asunción tenía unas edificaciones en sus alrededores sin estilo, pero su centro urbano, estaba relativamente bien cuidado, aun con una Catedral poco altiva, pero, también, muy apreciada por los locales. Entró en el Panteón Nacional, mausoleo del país, donde reposaban los restos de diversos personajes de gran importancia en la historia del Paraguay, siendo, arquitectónicamente hablando, la réplica paraguaya de Le Panthéon, monumento ubicado en París.

Debe reconocer que no le dedicó mucho tiempo a la ciudad: se habría merecido más oportunidades y pausados recorridos. Otra mañana, se acercó a San Bernardino, en el vecino lago Ypacarai, orillas del lago muy apreciadas por los habitantes de la gran capital, que las utilizaban como zona de veraneo y fines de semana. Podría haber desestimado esta visita, de escaso atractivo para este mochilero.


Represa de Itaipú

En sucesivas jornadas, conoció también Ciudad del Este, una ciudad con inevitable actividad comercial por ser frontera con Foz de Iguaçú, Brasil. Sobre todo, en los alrededores fronterizos, esta actividad era hasta excesiva y agobiante.

La represa de Itaipú (“piedra que suena”, en guaraní), que visitó en medio de un aguacero, merecería un capítulo aparte por su grandiosidad y las impresionantes cifras sobre construcción, y acumulación y aportes de agua para dos países. Era una hidroeléctrica binacional que estaba situada entre las ciudades de Hernandarias (Paraguay) y Foz do Iguaçu (Brasil), sobre el río Paraná, en la frontera entre ambos países. Según Wikipedia, la represa “es el resultado de una maniobra diplomática para evitar un conflicto bélico entre Paraguay y Brasil por una cuestión limítrofe”.

(Los lectores, que queráis saber más sobre los voluminosos datos de la represa, visitad "la Wiki").

Cataratas del Monday
Cataratas de Iguaçú / Brasil

Conoció, además, la cercana población Presidente Franco (nada que ver con el dictador español), donde estaban las cataratas del Monday, que los paraguayos promocionaban orgullosos, al estar a unos pocos kilómetros de las famosas cataratas de Iguaçu, en las que no tienen parte. Atravesando la frontera con Brasil, se llegó hasta estas cataratas, que ya conocía de su viaje anterior a Brasil, hace muchos años. La experiencia de la visita, en esta ocasión, fue horrible: agua y agua cayendo del cielo sin compasión durante todo el recorrido. Tanto chaparrón que, ese mismo día, cerraron la parte argentina de las cataratas, por desbordamientos y destrucción de varias pasarelas.

(Luego se enteraría de que la parte argentina estuvo cerrada varias semanas más).


Playa en el río Paraná, Encarnación (al fondo, la ciudad argentina de Posadas)

Finalizó su recorrido paraguayo, en Encarnación, esta ciudad a orillas del río Paraná, con una envidiable playa fluvial, de gran actividad turística. Visitó la población, su playa y, también, algunas misiones jesuíticas por la zona, entre ellas, la de la Santísima Trinidad, a más de una hora en un autobús local. Otro aguacero, éste a media mañana, le impidió pasear con cierto reposo por todas aquellas ruinas.

Al día siguiente, atravesaría el puente sobre el río Paraná y daría con su cuerpo en la población argentina de Posadas.


Ruinas, Misión jesuítica de la Santísima Trinidad

VÍDEO

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9 de mayo de 2024

Salta, Salta, Salta,....


Salta, desde el cerro San Bernardo

Catedral basílica de Salta

El siguiente destino argentino, una vez visitada la zona de Jujuy, fue la ciudad de Salta. Una gran urbe, cuyo nombre surgió por los indígenas allí afincados, cuando las hordas españolas conquistaban aquellas tierras, fundaban ciudades y establecían asentamientos permanentes (Bueno, tal vez, la palabra “horda” no es la más apropiada). La traza de la ciudad, en su momento, fue una especie de tablero de damas, que se conservaba aún como zona centro. Lo más significativo de la plaza (“9 de julio”) era —junto a la Catedral basílica de Salta— el Cabildo, uno de los mejor conservados en todo Argentina.

Llegó, y paseó. Llegó, y miro por todo el centro (su hotel, que encontró de casualidad, estaba muy cerca), donde presenció pequeños mítines de simpatizantes políticos de algunos partidos, entre ellos, un grupo de jóvenes simpatizantes de Milei.

(Era fin de semana y, ese domingo, se celebraba la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Precisamente, allí pasó ese día electoral, donde la ingesta de alcohol estaba prohibida. Ni una cerveza. En esta jornada, de poca actividad, además, visitó la quebrada de San Lorenzo (muy cerca de la ciudad), un lugar que encontró más bien adaptado al turismo local de fin de semana. Le decepcionó. Sin embargo, allí estuvo en el pequeño castillo de San Lorenzo, conocido porque en él Yul Brynner rodó escenas de la película de Taras Bulba).

Uno de los días que pasó rondando por allí, cree recordar que fueron tres, subió al cerro San Bernardo en el teleférico que partía de un jardín cercano, en el centro. Desde el cerro, la ciudad se veía en toda su extensión a sus pies. Un sitio de sorpresivo relax, donde las pocas personas que andaban por allí parecía guardaban un cierto silencio sepulcral.

Pero como siempre, las expediciones a los alrededores de las grandes ciudades suelen ser lo más interesante. Para visitar aquellas zonas aledañas, pero relativamente lejanas, no le aconsejaron utilizar el transporte local, pues no era viable por ser, además, poco frecuente. Las agencias organizaban ‘tours’, y uno de ellos contrató. Un minibús con unas 12 o 15 personas, todas ellas con la misma intención: conocer Cachi (una pequeña población a los pies del homónimo pico andino, y dentro de los valles Calchaquíes). Esta población no era lo más importante, más bien lo especial estaba en el itinerario.


Cuesta del Obispo

Hasta llegar allí, se ascendía la famosa cuesta del Obispo (un tramo de esta ruta —y único no asfaltado— que subía la montaña por un bonito y zigzagueante camino con vistas espectaculares hasta el punto panorámico de la piedra del Molino); se admiraba el Valle Encantado; pudieron ver cantidad de guanacos, y se atravesaba el Parque nacional Los Cardones, de singular belleza por la cantidad de cardones (el cactus argentino) que poblaban aquella llanura (los cardones estaban, así, protegidos): altos, fuertes y gruesos como columnas de monasterios o catedrales.


Guanacos


Parque Nacional Los Cardones

En la zona de Salta había muchos otros sitios posibles, pero el viajero insatisfecho debía continuar su viaje argentino por otros lares o lugares.

Argentina era y es increíblemente extensa.


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