Cuando fotografiaba
esta escena (Tailandia), pensaba en lo absurdo de los rituales religiosos de
todas las creencias. Lo absurdo se repite entre los cristianos o musulmanes,
entre hindúes, coptos o budistas,…… Aquella mujer tailandesa pegaba finas
láminas de pan de oro en el buda allí situado como un acto, aún sin
saber que pensaría ella, guiado por sus creencias religiosas. Su objeto sería -explicación más extendida- hacer una
ofrenda por la buena fortuna en
la vida.
Observó la escena
unos minutos. Por allí pasaron tailandeses de toda índole y calaña a dejar su
ofrenda de papel de oro y conseguir, así, los parabienes de su estático buda.
Aquel país donde la
religión lo impregna todo se parecía mucho al que pisa ahora este viajero insatisfecho: España.
La excesiva cantidad de ritos, apariciones, rituales, estigmas y rezos colocan
a este país en un permanente centro de controversia. Las mujeres van a la
erminta de San Antonio a introducir sus manos en un recipiente de alfileres para
solucionar su casamiento; a la ermita de San Antón llevan los animales para ser
bendecidos; los rituales del amor, donde el incienso, el sándalo o la rosa son
los olores preferidos; la
purificación mediante los baños rituales y los bautismos, donde lavan al ser
humano de su culpa y lo hacen digno ante la divinidad; el toro de la Vega, evento taurino consistente en alancear a un
toro hasta la muerte, después de que este hubiese sido liberado y trasladado
hasta campo abierto.
Las ceremonias realizadas en los inicios de cursos
escolares, la apertura de las Olimpiadas o los desfiles también son ejemplos de
rituales actuales.
Un país lleno de ritos, rituales y tradiciones,
nada alejados de los del pueblo thai.
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