- “¿A qué hora sale el bus?”.
- “A las 4,30 de la mañana. Tendrás que madrugar. En este país, los autobuses para viajes largos salen siempre sobre esta hora”.
El mochilero tendrá que levantarse gran parte de los días a las 3 de la mañana, pero ¿cómo?. Duerme como una roca y los vigilantes nocturnos de los hoteles baratos, por lo general, son la irresponsabilidad absoluta.
La solución del clásico despertador le pareció la más inteligente. Ya tarde, salió a la “busca y captura” del despertador de su vida por las calles de Maputo.
El viajero insatisfecho, a veces, sufre momentos convertido en verdadero espeso-mental, míseros momentos (que se dispone a enseñar), la olla a punto de explotar, vahídos intelectuales, turbaciones varias, estrechez de miras y candidez enfermiza. Y allí, lejos, sufriendo uno de esos estados, o todos a la vez, se compró el “despertador de su vida”. Tan kitch como algunos templos budistas, tan hortera como un cerdo con diente de oro, y hasta silencioso: una contradicción para semejante aparato.
En fin, un desastre.
- “A las 4,30 de la mañana. Tendrás que madrugar. En este país, los autobuses para viajes largos salen siempre sobre esta hora”.
El mochilero tendrá que levantarse gran parte de los días a las 3 de la mañana, pero ¿cómo?. Duerme como una roca y los vigilantes nocturnos de los hoteles baratos, por lo general, son la irresponsabilidad absoluta.
La solución del clásico despertador le pareció la más inteligente. Ya tarde, salió a la “busca y captura” del despertador de su vida por las calles de Maputo.
El viajero insatisfecho, a veces, sufre momentos convertido en verdadero espeso-mental, míseros momentos (que se dispone a enseñar), la olla a punto de explotar, vahídos intelectuales, turbaciones varias, estrechez de miras y candidez enfermiza. Y allí, lejos, sufriendo uno de esos estados, o todos a la vez, se compró el “despertador de su vida”. Tan kitch como algunos templos budistas, tan hortera como un cerdo con diente de oro, y hasta silencioso: una contradicción para semejante aparato.
En fin, un desastre.
Un desastre pero que le resolvió un tema tan nimio como importante, como es el de viajar a diversos lugares en autobús.
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