31 de agosto de 2008

El despertador de su vida

- “¿A qué hora sale el bus?”.
- “A las 4,30 de la mañana. Tendrás que madrugar. En este país, los autobuses para viajes largos salen siempre sobre esta hora”.
El mochilero tendrá que levantarse gran parte de los días a las 3 de la mañana, pero ¿cómo?. Duerme como una roca y los vigilantes nocturnos de los hoteles baratos, por lo general, son la irresponsabilidad absoluta.
La solución del clásico despertador le pareció la más inteligente. Ya tarde, salió a la “busca y captura” del despertador de su vida por las calles de Maputo.
El viajero insatisfecho, a veces, sufre momentos convertido en verdadero espeso-mental, míseros momentos (que se dispone a enseñar), la olla a punto de explotar, vahídos intelectuales, turbaciones varias, estrechez de miras y candidez enfermiza. Y allí, lejos, sufriendo uno de esos estados, o todos a la vez, se compró el “despertador de su vida”. Tan kitch como algunos templos budistas, tan hortera como un cerdo con diente de oro, y hasta silencioso: una contradicción para semejante aparato.
En fin, un desastre.

Un desastre pero que le resolvió un tema tan nimio como importante, como es el de viajar a diversos lugares en autobús.
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23 de agosto de 2008

El chubasquero

Quien vaya a disfrutar del Parque de Atracciones de Madrid, encontrará muchas posibilidades de diversión, sorpresa, alegría…. El otro día hablaba con unos amigos para quienes “El aserradero” es una de sus mejores atracciones. Es una montaña rusa de agua con canoas que discurren a través de un canal con ‘dos geniales’ caídas, pero donde algunos -decían- se ponen el chubasquero para no verse salpicados por ‘cuatro’ gotas de agua controlada.
Y este viajero se acordó de las potentes cataratas de Iguazu (Brasil).
¡Qué maravilla recibir, al final del paseo -a sus pies- a los pies de la más imponente catarata nunca vista, las aguas casi gaseosas, frías, casi ventisca, monumentalmente ruidosas, que deja su cola al caer por el terrible desnivel que ella misma, con el paso de los años, se ha fabricado!.
¡Qué maravilla percibir desde allí ese ruido casi infernal!
¡Qué maravilla encontrarse en medio de una nube de agua casi celeste!
¡Qué chubasquero, ni qué niño muerto!.
Cuando alguien se enfrenta a la naturaleza, o disfruta de su ímpetu, o se queda en “el aserradero” de su particular parque de atracciones y coloca ese salvador chubasquero.
No hay término intermedio.
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12 de agosto de 2008

Amigo Reverte, tus experiencias son un blog en regla

Hace unos días invitó a Javier Reverte a un “focus group” que trataría de “Los blogs de viajes y el periodismo”. Aunque se mostró en principio encantado de participar, al final concluía: “Pero yo no sé nada de blogs”. Para animarle este mochilero le pidió que pensara en los cuadernos de bitácora. Se sentiría más experto. Aún así aseguró que lo único que hacía en sus viajes era tomar unas notas que le sirvieran de recuerdo.
Inmediatamente, este viajero insatisfecho se plantó delante de su libro Vagabundo en África, para tratar de rebatir con sus propias frases, que este viajero recordaba muy bien, las empecinadas teorías de este famoso y querido autor. Decía Reverte:

Durante los días que siguieron, disfruté con intensidad de la vida a bordo y de la potencia y la belleza del río Congo. Y tuve muchas horas para leer y tomar notas. Pienso que es mejor reproducir mi diario tal y como lo escribí entonces, a bordo del Akongo-Mohela, siguiendo la estela de Joseph Conrad, corriente arriba, y rumbo al corazón de las tinieblas.

25 de septiembre de 1997. Muelles de Kinshasa.

El barco ha comenzado a moverse a eso de las cuatro y veinte de la tarde. Encerrado entre otros viejos buques que parecen fuera de uso, más que maniobrando para zarpar nos abrimos hueco a empujones y el Akongo-Mohela, que tiene casco de metal, ha descascarillado las bordas de un par de naves de madera….
[y así, durante un centenar de páginas].
¡Amigo Reverte, creo que esto -según lo describes- es un cuaderno de bitácora, o un blog, en toda regla!.
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2 de agosto de 2008

Ahí va

Hace unos días el viajero insatisfecho hizo una entrada sobre un árbol por el que sintió absoluta curiosidad. Un árbol que observaba cuando circulaba por una de las muchas carreteras africanas, en concreto, mozambiqueñas. Aparecía insistentemente en el centro de los poblados que veía rápido al pasar en el bus.
Decía entonces, al tener la oportunidad de observarlo de cerca: “Intentó informarse y preguntó a las mujeres que salieron tímidas al encuentro.
No hablaban portugués. Ni con gestos lograron entenderse
”.
Como si fuera un experto periodista, citó la fuente (las mujeres) pero no la mostró.
Ahí va.
(Ellas posaron con mucha amabilidad para la fotografía. Con la misma, es expuesta).
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