Este viajero tomó el autobús frente al Banco Nacional de Santa Elena, área de Monteverde en Costa Rica, a las 9 de la mañana, rumbo al volcán Arenal (La Fortuna).
Su nuevo destino.
4 horas después, saltaba la noticia: “El Banco Nacional de Santa Elena, asaltado. En su interior, varias decenas de rehenes”.
Toda la zona turística de Monteverde fue cerrada herméticamente por la policía. Zona, por cierto, que a este mochilero no le gustó, por turistona, y por acoger a los niños-pijos de países de habla inglesa, puede que también hispana.
28 horas más tarde, los titulares de las noticias decían algo así como “los asaltantes lo calcularon mal y todo terminó en un ‘baño de sangre’, que dejó nueve muertos: tres atracadores, cinco civiles y un policía”.
Por la televisión costarricense se siguió todo el asalto-secuestro. La sociedad costarricense estaba consternada. Un pueblo acostumbrado a la ausencia de violencia siguió por televisión asustado las 28 horas de incertidumbre. Se vivió, incluso, un fracasado intento de asalto policial, que añadió cadáveres al triste panorama.
“Seguro que serán nicas [nicaragüenses]. Los ticos [costarricenses] no serían capaces de hacer una cosa así”, oyó decir este viajero insatisfecho a una de las muchas personas expectantes ante el televisor. No hay pateras, pero los ticos sienten ese similar rechazo hacia sus vecinos, según aquellos, acostumbrados éstos a la violencia de revueltas, revoluciones y contras en su país.
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Foto.- Volcán Arenal, visto desde Monteverde.Copyright © By BlasFT 2008