24 de febrero de 2022

Amanece en el río Ucayali / Perú

La distancia entre Pucallpa e Iquitos, en línea recta, eran alrededor de 550 kilómetros, pero siguiendo el curso del río Ucayali se convertirían en unos mil, aunque allí nunca se hablaba de kilómetros de distancia sino en horas o días de trayecto. Este trayecto podría ser, por un lado, en barca rápida (2 días), y por otro, en lo que ellos llamaban lancha (5 días), pero que para el viajero insatisfecho sería un carguero.

Muchas sensaciones vividas a lo largo de los días, muchos kilómetros de ribera selvática y escenas en las poblaciones ribereñas, mucho tiempo de observación y bonitos amaneceres.

Cuatro encuadres en este vídeo bastarán para dar una idea del volcán de bellos momentos.

VÍDEO SOBRE EL RÍO UCAYALI

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12 de febrero de 2022

Llegada al río Ucayali


Acceso al salto El velo de la novia

Había un objetivo claro en este viaje a Perú: hacer una bajada por el río Ucayali hasta su encuentro con el río Marañón (cuando los dos anteriores ríos se juntan, el curso unitario pasa a llamarse Amazonas), cerca de Iquitos. Desde allí, navegar ya por el río Amazonas hasta su desembocadura, en Belém, o al menos, hasta la ciudad de Manaos.

No pudo ser. Las fronteras terrestres estaban cerradas debido al Covid-19, vulgarmente llamado pandemia.

Pero, el viajero insatisfecho comenzará por el principio.


El velo de la novia

Llegó un buen día a Pucallpa, destino final para tomar el barco por el río Ucayali. Una gran ciudad, Pucallpa. Los alrededores daban sensación de riqueza, con variedad de productos en su suelo: cacao, yuca, caña de azúcar, pero también el comercio, la industria maderera y el turismo. Pucallpa era, además, un importante puerto fluvial que, a través del río Ucayali, se comunicaba con la otra gran ciudad de la Amazonia peruana, Iquitos, y con Leticia, ciudad colombiana situada en la Triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil. A través del río se trasladaban comerciantes, mercadería, lugareños y animales en grandes barcazas donde la gente, durante el trayecto, descansaba tranquilamente en hamacas, que los propios lugareños llevaban como equipaje. Así, de esta manera aparentemente tranquila, se transitaba por el Ucayali, por el Marañón o por el Amazonas.

Pucallpa tenía, por tanto, una salida por río, una carretera que atravesaba los Andes peruanos y la comunicaba con Lima y el resto del país, y un aeropuerto que, sin ser internacional, tenía bastante actividad debido, en especial, a la situación geográfica de la ciudad.


Casas pintadas de San Francisco, la población shipibo

Pasó unos días visitando la ciudad y la zona. Visitó la laguna de Yarinacocha e, incluso, desde allí, alquiló un motocarro y salió a recorrer los alrededores campestres de Pucallpa. El joven conductor del motocarro, le acercó a una localidad llamada San Francisco, en la que vivían gentes del grupo étnico shipibo, con idioma propio y peculiaridades como pueblo indígena que es. Y de ello se enorgullecían. Un grupo de niños se empeñaron en cantar el himno en su idioma local (no entendió nada). Los shipibos vivían por lo menos en 150 pequeñas comunidades a lo largo del río Ucayali, sus afluentes y en las lagunas de meandro, como la de Yarinacocha. En esta población de los shipibos, San Francisco, además de su gran mercado de artesanías, observó las fachadas de las casas pintadas con figuras geométricas que tenían, según pudo saber, un valor de protección familiar. La iglesia del poblado también tenía decorada su fachada con dibujos geométricos de difícil interpretación.

Otra jornada, se acercó al salto de agua Velo de la novia, muy alejado de Pucallpa, y realizó otras actividades, hasta que se embarcó rumbo a Iquitos. Luego, se arrepentiría de no haber realizado paradas en alguna de las poblaciones intermedias, como Contamana, Orellana o Requena.

Pero así son los viajes: aciertos y arrepentimientos.


Hamacas, en los cargueros por el río 

VÍDEO

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