El Parque Nacional Tortuguero, en Costa Rica, fue un delicioso lugar para este viajero insatisfecho.
A veces él mismo se asombra de lo despistado que puede estar en un país, cuando se trata de ir a un lugar previamente decidido. Señala en el mapa, quizás, una ciudad cercana a donde piensa dirigirse. Y allí, sin más, se encamina. Pero, sobre todo, cuando los parajes son complicados “no todos los caminos llevan a Roma”. La proximidad puede no ser el lugar ideal para lanzarse al descubrimiento de un territorio cercano insensible al caminante o viajero. A veces dependerá de las lluvias; a veces, de la época turística; otras, dependerá de la propia naturaleza que cortará el paso. No siempre se llega en el primer intento.
Pero fue divertido, una vez descubierta la ruta, lanzarse con un bote a motor (de caro alquiler -otro paisano local insensible a las miserias de este mochilero-) por la multiplicidad de canales que atraviesan el Parque y que brindan al visitante una oportunidad única de conocer la exuberante flora y fauna de la zona.
Las tortugas que desovan en sus playas no las vió. La época no era propicia. Pero si se relajó en medio de esa inmensidad natural con mezclas de agua salada y agua dulce cristalina, perfectamente diferenciadas; observó incrédulo y silencioso a un colibrí explorando las flores de un pequeño arbusto, y escudriñó entre dos luces varios estrechos canales en una silenciosa piragua. Apreció la diversidad de animales que moran allí.
Preciosos amaneceres.
A veces él mismo se asombra de lo despistado que puede estar en un país, cuando se trata de ir a un lugar previamente decidido. Señala en el mapa, quizás, una ciudad cercana a donde piensa dirigirse. Y allí, sin más, se encamina. Pero, sobre todo, cuando los parajes son complicados “no todos los caminos llevan a Roma”. La proximidad puede no ser el lugar ideal para lanzarse al descubrimiento de un territorio cercano insensible al caminante o viajero. A veces dependerá de las lluvias; a veces, de la época turística; otras, dependerá de la propia naturaleza que cortará el paso. No siempre se llega en el primer intento.
Pero fue divertido, una vez descubierta la ruta, lanzarse con un bote a motor (de caro alquiler -otro paisano local insensible a las miserias de este mochilero-) por la multiplicidad de canales que atraviesan el Parque y que brindan al visitante una oportunidad única de conocer la exuberante flora y fauna de la zona.
Las tortugas que desovan en sus playas no las vió. La época no era propicia. Pero si se relajó en medio de esa inmensidad natural con mezclas de agua salada y agua dulce cristalina, perfectamente diferenciadas; observó incrédulo y silencioso a un colibrí explorando las flores de un pequeño arbusto, y escudriñó entre dos luces varios estrechos canales en una silenciosa piragua. Apreció la diversidad de animales que moran allí.
Preciosos amaneceres.
Amaneceres de monos cariblanca, manatíes, tapires, zopilotes, oropéndolas de Montezuma, gavilanes cangrejeros, jaguares, nutrias, perezosos de tres dedos, murciélagos pescadores, pecaríes, mapaches, y más, y más,………., y más.