Este tema seguía siendo tabú en aquel entonces
y eso que habían pasado más de cincuenta años. Es posible que haya cierto
oscurantismo por vergüenza de los franceses que dieron una respuesta excesiva y
contundente a aquellos humildes soldados que alentados por fuerzas internas
reclamaban lo que, en buen juicio, les pertenecía. La memoria popular e
histórica ocultaría aquellos hechos a los malgaches venideros. Unos incidentes
que se convirtieron en masacre cuando intervino la aviación francesa y se
propiciaron fusilamientos en masa. De ello, aún quedaban testigos. Uno de ellos
se dirigió al viajero insatisfecho en
aquella especie de pic up, en el
trayecto de Mahajanga a donde se encontraba.
- ¿Eres francés? –dijo. Le contestó una
negativa con la cabeza.
- Soy español.
Luego, relató que los franceses no fueron
buenos en su poblado, a muchos kilómetros de donde transitábamos. Los vazaha (blancos) les obligaban a
trabajar las plantaciones de café para luego exportar el producto, lo que
produjo mucho descontento y, al final, rebelión. Los franceses, según aquel interlocutor, habían enviado soldados senegaleses a combatir a los insurrectos
malgaches en aquella área nororiental donde él vivía. Era difícil entrar en un
tema que desconocía, pero desde que le había dicho que era español su semblante
se transformó en risueño y tranquilo.
Ahora podría ocurrir lo mismo con las hectáreas
y hectáreas de plantaciones de vainilla, aunque hoy en día al margen del hecho
colonial francés. Según Winston Churchill: "El pueblo que no conozca su historia está condenado a repetirla”.
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