27 de enero de 2011

Las cutarras y.... / Panamá



Historias, o leyendas, o cosas simpáticas tienen casi todas las localidades, en este caso, Las Tablas, pequeña ciudad de la península de Azuero (Panamá). Algunas de ellas aparecen en los libros-guía otras es necesario cazarlas al vuelo:
La Santa Librada. Patrona de la localidad, que, por supuesto, tiene una iglesia en su honor. No se sabe a ciencia cierta la antigüedad del edificio pero parece que empezó a construirse en 1679, según el libro-guía. Cuando la visitó, una novia cruzaba el pórtico de entrada con cara feliz, aunque entre allegados silenciosos. Parecía que sus amigos -el viajero insatisfecho no se fijó mucho en ellos- y amigas -casi todas ellas guapas y de pechos saltones y 'canalillos' resultones (¡perdón!)- acompañaran a un finado.
Belisario Porras. Personaje mítico en la ciudad, con estatuas, paseo, museo y escuela dedicados. Presidente durante la apertura del canal interoceánico, fue mandatario tres veces de la República de Panamá y murió, precisamente, en Las Tablas,…… .……
............ y las cutarras. Especie de sandalias, normalmente de cuero de vaca, que los propios tableños fabrican con esmero y diseño desde hace siglos. Es el calzado tradicional que les define y del que se sienten orgullosos. El personaje que le relató la historia, delante de una ‘Balboa’ (buenísima cerveza local), se mostraba eufórico con su pasión artesana, que se le mostraba únicamente en el arte de las cutarras (bueno, también, en el arte de beber cerveza). Los tableños, cada uno de ellos, son verdaderos ‘manitas’ en esta ancestral tarea.
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21 de enero de 2011

Una mañana con los 'ngöbe-buglé' / Panamá


Una familia ngöbe-buglé (madre e hijas), en isla Cristóbal
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En Bocas del Toro (Panamá) sacrificó gustosamente un día de playa (este leonés siempre, siempre los sacrifica) para embarcarse en un bote y visitar una comunidad ngöbe-buglé, etnia indígena panameña, en la isla Cristóbal.
Era una comunidad que tenía aproximadamente 800 personas. La mayoría de los que viven allí se dedican a la pesca artesanal y a la agricultura tradicional. Siembran productos como yuca, plátanos, otoe y nampi. Hay oportunidades económicas que incluyen la venta de langosta, la construcción, corte de madera y, en algunos casos, trabajo para los extranjeros que viven en la zona.
Allí, este viajero insatisfecho parloteó con un joven que pescaba langostas en inmersiones a pulmón libre. Le contó, con una inestimable naturalidad, que aquel día no trabajaba porque era su cumpleaños (¡Felicidades!) pero que había días que capturaba hasta 8 o 10 libras de langosta. Se lo pagaban a 5 balboas/dólares la libra.
Un sueldito.

En aquella comunidad vestían indumentaria europea (¿vale el calificativo?) pero, luego, en el devenir del camino/viaje encontró varias mujeres vestidas ngöbe-buglé.
Una mujer ngöbe-buglé, con traje tradicional
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16 de enero de 2011

'Un paraíso' / Panamá

Indio kuna, con la camiseta del Barcelona.

"Un paraíso”, le dijo al mochilero un veinteañero indio, melenudo (con ese pelo negro y lacio que caracteriza a los indios precolombinos), guapo, sonriente y agradable, mientras le repasaba, suavizaba y acariciaba las carnes a una joven canadiense. “Un paraíso”, repitieron al unísono. Componían una pareja simpática.
Y utilizaron el término “paraíso” para referirse a las islas de San Blas (Panamá). Eso le animó al viajero insatisfecho en la decisión de embarcarse en el trayecto de conocer el archipiélago. Más tarde pensó que el “paraíso” era el que habían alcanzado ambos jóvenes después -seguro- de unos tragos, y quién sabe qué más, a muy altas horas de la madrugada; casi amaneciendo en Panamá City.
El trayecto en barca a la zona, un suicidio, por la nueva vía abierta, después de que las lluvias torrenciales y corrimientos de tierra cerraran el ya clásico camino de acceso hacia el pequeño embarcadero. Con la mar picada y embravecida, un pequeño bote para pasear turistas, no parecía la mejor manera de atravesar una zona de mar abierta y denso oleaje, donde el Atlántico pegaba fuerte, cabreado e inconsciente.
El archipiélago San Blas como protegido por los dioses del Olympo (y del oleaje maldito, claro) era un remanso de paz. Ya en su interior, encuentre donde se encuentre el viajero, siempre tendrá varias islas a la vista. Atomizadas islas (365 dice el libro-guía), auténticos palmerales, 'paraíso' de mochileros y, lo principal, hogar de los kunas, uno de los pueblos originarios de Centroamérica que mantiene aún su identidad y sus seculares tradiciones.
Cada kuna o familia, propietario de su isla, organiza su vida rodeado de agua-sin-fin.
Toda una delicia.

6 de enero de 2011

El istmo de Panamá


Yo tomé el istmo, comencé el canal y luego dejé que el Congreso debatiera, no sobre el canal sino sobre mí” (Theodore Roosevelt, Presidente de Estados Unidos).
¡Válgame dios!. Tamaña prepotencia sólo fue posible gracias a la capacidad ‘pisoteadora’ de un pueblo -y sus líderes- que siempre se dijo demócrata pero que, en realidad, practicó a diestra y siniestra un deleznable imperialismo.
Panamá fue, y es, el típico ejemplo de cómo se puede construir un país (anteriormente era una provincia colombiana) desde los despachos de una camarilla de políticos depravados y, otra más, de abogados insolentes y avariciosos. Después de robar el territorio a Colombia -provocado en parte por los tejemanejes del presidente colombiano Marroquín- contando con la traición de un, sin duda, resentido general colombiano (General Esteban Huertas), comenzaba o, mejor, continuaba el cabildeo en el Congreso de Estados Unidos para la compra de voluntades. Y si en todo aquel despropósito hubo un ‘perro-traidor’ sin parangón ese fue el francés Philippe Bunau-Varilla (*).
Se declaraba la independencia de Panamá (1903), tras una mini-revolución incruenta.
Se ponía el dinero en la mesa y se comenzaba a construir el canal interoceánico (en principio previsto por los estadounidenses por la ruta Nicaragua) después de haber fracasado en esta región colombiana un anterior intento francés del ingeniero De Lesseps, constructor del canal de Suez.
¡En marcha el atropello!.
[En esta entrada se critican las formas y resultados políticos no tanto los técnicos].
¡En marcha el viaje! ¿Alguna sugerencia?.
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(*) Fuente: Díaz Espino, Ovidio. El país creado por Wall Street. Ediciones Destino. Barcelona, 2004.


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