31 de mayo de 2013

La ‘beurre de karité’



Drupa del árbol de karité

Hasta que no regresó de su viaje por Benín, no pudo entender de manera manifiesta lo que era la ‘beurre de karité’, que había oído y visto pero sin tenerlo nada claro. Ahora lo sabe y puede enseñar incluso algunas fotos del proceso de elaboración.
Excepto la experiencia de conocer en vivo y en directo la fabricación de la ‘mantequilla de karité‘ (así se conoce en castellano), en esta entrada, todo es documentación.
El viajero insatisfecho conoció de primera mano el artesano proceso de obtención de la mantequilla natural de una drupa del árbol de karité; árbol que puede alcanzar la altura de 15 metros, medir un metro de diámetro y vivir hasta tres siglos. Esta grasa vegetal se conseguía tras el triturado y ebullición de esta especie de nueces. Era utilizada como comestible en la tradicional cocina local, y en algunos sitios, para la industria chocolatera y, también, como producto de belleza.
Proceso de elaboración de la mantequilla de karité

La recogida de las nueces y la fabricación de mantequilla de karité era una actividad que daba trabajo a muchas mujeres del África Occidental. Y si habla de mujeres es porque eran siempre ellas las que estaban en todas las partes del proceso, desde la recogida y el lavado hasta la obtención de la pasta y posterior filtrado. También en la venta del producto final. Lo comprobó en el variopinto mercado de Malanville donde eras mujeres, siempre mujeres, las que vendían esta mantequilla como si de una pasta de jabón se tratara.
¡Atentos bloggers!, el  uso continuado de ‘manteca de karité‘ asegura  los efectos preventivos para combatir el envejecimiento de la piel. Actúa recubriéndola con una película invisible que evita la deshidratación y la protege de las agresiones externas, como el sol, el viento o los cambios bruscos de temperatura. Es muy eficiente en la regeneración de la piel, calma las pieles irritadas y es el más efectivo de los anti envejecimiento que existen en la naturaleza.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013

21 de mayo de 2013

“Se buscan”


¿Les habrán encontrado ya?.
Hace apenas dos años quienes aparecen en la fotografía estaban perseguidos como verdaderos asesinos, hombres temibles que se movían en el entramado mundo del tráfico de drogas en aquella apartada zona de Panamá. La vecina Colombia y su frontera cuasi imposible, debido a la selva del Darién, generaba este tipo de contrabandos. Este viajero insatisfecho leyó, en algún medio, que desde Colombia se enviaban (y se siguen enviando) los cargamentos de cocaína por mar hasta Panamá. Allí eran almacenados y luego transportados por tierra a Costa Rica, de donde partían hacia México para llegar al mercado norteamericano. Narcotraficantes estos que arriesgaban sus vidas por el paso fronterizo en rápidas lanchas ‘fuera borda’, actividad que mantenía en permanente estado de alerta-vigilancia al ejército y fuerzas panameñas.
No era difícil encontrar carteles de “Se buscan”, con fotografía incluida, en el país. A este mochilero le recordaban las antiguas películas de vaqueros y bandoleros salidas del cinematógrafo de los grandes directores hollywoodienses. Sorprendía la contundencia del “Se buscan” y el despliegue de fuerza militar derivado de la orden. Nunca encontró ‘alias’ peligroso alguno durante su recorrido ni pudo ejercitar el cívico impulso de denunciar aunque sí vió en el cartel una clara advertencia sobre el moderado peligro en aquel determinado paraje local.
Yaviza, última ciudad de Panamá en plena selva del Darién, era una pequeña población fronteriza tomada por las fuerzas de seguridad. Según parece, se esforzaban estas en adquirir equipamiento, en capacitar recursos humanos e invertir en lanchas patrulleras y helicópteros para vigilar de manera eficiente el vasto territorio costero, tanto atlántico como pacífico, muy propicio, por otra parte, para múltiples escondites de droga.
Ante esta situación, el cartel anunciador se convertía en un elemento útil a la vez que disuasorio para esta mafia de difícil control. El de la fotografía se ubicaba en un árbol al lado del puerto fluvial de Yaviza, a la vista del que lo quisiera ver. Y ello era sencillo al apearse de la lancha, orillada en el lecho del río, que traía también a las gentes de los poblados ‘emberá’ de los alrededores. Este mochilero se fijó aún más en aquel árbol porque en su base un colorido y domesticado papagayo (o similar) hacía piruetas con desgana sobre un hierro allí colocado.
Se buscan”.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013

10 de mayo de 2013

Gambella

Gambella es un estado, o provincia, de Etiopía/Ethiopía. Una región al oeste del país, casi incrustada en Sudán, que contiene un Parque Nacional con su mismo nombre y gran cantidad de grupos éticos.
Hace pocos meses, una empresa india ha arrendado [robado] los “bosques sagrados” vírgenes de los ‘mezhenger’, uno de los grupos étnicos, a pesar, incluso, de la oposición del presidente del país. Verdanta, así se llama la empresa, proyecta utilizar el área natural para la plantación de té y especias, destinado todo ello a la exportación. Las ganancias en dólares para los afectados [pagan a precio de ganga] no serán proporcionales  a las pérdidas naturales y sociales, pero….
Estas ‘inversiones’ de empresas extranjeras, para llegar a serlo, suprimen la disidencia local y causan el desplazamiento de las personas y grupos/etnias. Un ejemplo de ello, los ‘mezhenger’ que dependen de esos bosques para todo, incluyendo la caza, la recolección y la apicultura, está última tan extendida aunque de manera artesanal por todo el país.
Ya han sido arrendadas [robadas] 5000 hectáreas.
Una vez más -en esta ocasión, no han sido los chinos pero si sus vecinos los indios- preparado está un nuevo expolio de riquezas naturales en África, expolio de un pueblo tan pobre y con tantas necesidades como es el etíope.
Antes de su viaje a Etiopía, el viajero insatisfecho ya conocía (había oído) las peculiaridades de esta apartada región aunque no tuvo oportunidad de visitarla. Ahora, al leer noticias frescas sobre el lugar, se olvida del condicionante que supone contar con pocos días de viaje, y se dice a sí mismo: ‘No tengo perdón’.
Eso sí, durante su viaje, no perdió el tiempo y quiso conocer otros pueblos, como los ‘banna’, también con terribles necesidades y una escasez de las más elementales condiciones de vida. El hogar de la familia 'banna' de esta fotografía estaba en una loma a unos doscientos metros de la carretera. Era una aislada y vieja cabaña de madera, barro, boñigas y hierbajos en medio de un paisaje de arbustos  verdes, casi pardos por el sol. No había agua, ni se veía tinaja alguna. Como camas, un montón de hierbas y añejas hojas. El suelo raído pero mal barrido.
Apariencia de rancio y sucio.


Copyright © By Blas F.Tomé 2013