La
mejor opción que encontró para que la estancia en aquella plaza no pasara
desapercibida en su currículo viajero fue visitar el Parque Nacional Mburo, a
unos kilómetros de la ciudad. Las visitas a los parques nacionales siempre son
caras y ésta no era distinta. Además, contando con que la excursioncita era en solitario para este mochilero, lo era aún más.
Pero merecería la pena. Eran los últimos dineros del viaje a Ruanda y Uganda y
no era cuestión de tirarse para atrás. Sabía también que tendría opciones de
hacer un recorrido a pie por las praderas del parque lo que le agradaba y animaba.
Le recogieron temprano en el hotel. Aún era de noche. Mejor era llegar pronto para ver, en las primeras horas de la mañana, cómo los animales pastaban en su extenso bosque y grandes praderas. Así fue. La entrada al parque fue al poco de amanecer. En la puerta de acceso, un guía con fusil en mano se incorporó al Land Rover y una joven, que supuso fuera amiga de algún guarda, se unió también gratis al trayecto. No importaba, así iba acompañado por una joven dama.
El
paseo, entre jirafas, jabalís verrugosos, cebras, búfalos, impalas y otros animales fue
una verdadera delicia. Pasear entre aquellas esbeltas jirafas, decenas, fue una
inolvidable experiencia por las sensaciones de libertad que imprimía aquel
ambiente salvaje y natural.
El
simpático guía que acompañaba a la –ahora- pareja de turistas iba normalmente
primero en la fila, observando cualquier incidencia y dirigiendo los pasos.
Entre otras cosas, explicaría que en aquel territorio únicamente había animales
salvajes herbívoros lo que facilitaba el paseo a pie. Solamente un león habitaba
en aquel parque, pero sería muy difícil o imposible de ver. No obstante, era
necesario tener las precauciones mínimas para evitar sorpresas.
Después
del paseo a pie, sin la presencia de la joven dama que se bajó en la entrada,
el conductor guía circuló despacio por los caminos y veredas de aquel extenso
territorio y el mochilero pudo observar todo tipo de animales salvajes y
libres. El trayecto finalizó a orillas de un gran lago, lleno de hipopótamos
que resoplaban cerca de la orilla sin parar.
Relajada y agradable visita.
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