Bekele Woya debió ser
un hombre más, aunque un gran hombre, uno de los muchos valientes soldados y
feroces luchadores contra el ejército italiano invasor. Murió años más tarde
del fin de la ocupación italiana de Etiopía
pero allí estaba su lápida. Tenía su panteón recubierto por un templete verde
metálico y su sepultura estaba en los aledaños de Trinity Cathedral, de Addis
Ababa, uno de los lugares más venerados por los ortodoxos etíopes.
Donde estaba situada, no era propiamente un cementerio al uso sino que unos
centenares de tumbas ocupaban los jardines del famoso y reverenciado templo.
Era tan admirado que incluso el emperador Haile Selassie construyó su museo y tenía allí un trono (segunda fotografía) que ocupaba durante
algunos oficios religiosos.
Cuando Mussolini llegó al poder en 1922, Italia llevaba ya varios años con
la vista puesta en Etiopía. No había digerido aún su anterior derrota ante el ras Makonnen Walda que frenó en aquel
entonces, finales del siglo XIX, las pretensiones italianas sobre Etiopía y
Somalia. Con la llegada de Mussolini
los planes de ‘venganza’ se aceleraron. Quería presentar a Italia, ante los
italianos y el mundo, como un país civilizador frente a otro que vivía en plena
‘edad media’. El 2 de octubre de 1935 Mussolini
anunciaba desde el balcón principal del Pallazo
Venecia la invasión de Etiopía,
que comenzaría al día siguiente.
Cuando
los italianos llegaron a Addis Ababa,
en mayo del año siguiente, el júbilo en Italia fue enorme. Personalidades como
el Papa Pío XI y Winston Churchill expresaron su admiración por la eficacia de la
campaña italiana en Etiopía aunque también su preocupación por lo que esto
significaba: el brutal expansionismo italiano acercaba a Mussolini a la órbita de Hitler.
La ocupación duraría hasta 1941 y
dejaría en los etíopes un ‘mal sabor de boca’, con bastantes motivos para ello:
se calcula que la población pasó de 16 a solo 9
millones.
Todavía ayer [tómese
este ‘ayer’ como un cercano pasado] durante la visita del viajero
insatisfecho al país, cuando los etíopes hablaban de ‘enemigos’ siempre se referían a los
italianos.
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