Orangutan, en Bukit Lawang
Le
miró en principio al muchacho con intención de presionar pero en una ágil
batida mental, rápido encontró sensatos sus razonamientos. ¿Qué haría él en la
selva durmiendo al más puro estilo de vagabundo sin techo con un guía para él
solo y sin posibilidades de socializar con otra gente?. Aburrido ¿no?. Como lo
contratado eran dos días, el guía le ofreció como alternativa dos excursiones
mañaneras y tardes de relax en el pequeño poblado repleto ya -debido a las
señaladas fechas- de turistas locales.
Aceptó,
sin más exigencias.
Bukit Lawang
La
cercana selva se componía de árboles jóvenes, arbustos, palmeras y helechos. Si
bien en Indonesia abundaban los bosques de pantano, en aquellas tierras altas donde
se encontraba se desarrollaba un bosque montano, donde la mayoría de los árboles
tenían gran altura y sus hojas eran más pequeñas y carnosas. Aquellos suelos eran
ricos en musgos, helechos, orquídeas y líquenes. La humedad de la niebla les daba
soporte.
La
primera mañana fue -ya se lo esperaba- dura. Las veredas de la selva no siempre
eran cómodas, más bien todo lo contrario, llenas de pendientes y barrancos; rocas,
raíces y resbalones. Pero de eso se trataba. Bueno, de eso y de divisar orangutanes
que, por cierto, tardaron en aparecer. Orangutanes semi-salvajes, acostumbrados
a la presencia humana pero, eso sí, en un marco natural que no ofrecía dudas.
Una tierna pero madura madre, con su asustadizo bebé, descendió de la copa de
los árboles de gran altura, animada por la oferta de bananas y las llamadas que
el guía le hizo. Sus movimientos, a veces rápidos y otras lentos, su mirada y su
reposada tranquilidad semejaban, sin duda, lo que su nombre en indonesio indicaba
(orang hutan=gente de la selva).
Orangután
Orangután
Fue
un momento de mucha observación, fotos, sonrisas, comentarios en bajo para
tratar de que el bebé orangután se acercara. Fue inútil. El mochilero observaba
sus movimientos -humanos, diría- y le chocaban, en especial, algunos.
Sorprendente que en aquellas selvas un animal tan parecido al hombre se
acercara a recibir su regalo. No era muy ético el acto de alimentarlos pues
estaba si no prohibido si desaconsejado, pero….
El
segundo día, por otra zona, repitió la excursión.
También exitosa.
También exitosa.