A las puertas de Abu Simbel -el templo de los templos egipcios- el viajero insatisfecho pensaba en el sur de su imaginación. En el sur, de intrépidos exploradores. En el Wadi Halfa, vivido por Paul Theroux en ‘El safari de la estrella negra’, o por Javier Reverte en ‘Los caminos perdidos de África’.
Incluso, más allá y más al sur, en el Gondokoro, de Speke y Grant.
En el Sudán completo, descrito por Robert D. Kaplan en ‘Rendición o hambre’, o por Paco Nadal en ‘El cuerno de África’. En la Tanzania, de Ryszard Kapuscinski en ‘Ébano’, o en el Congo de André Gide y del Rey Leopoldo.
Al Sur.
Siempre al sur de África, pensaba el mochilero.
Pero Abu Simbel merecía una parada real, no imaginada. Monumental y grandioso. Hormiguero de turistas, ávidos de experiencias y conocimientos in situ. Era difícil permanecer en aquella explanada y no sentir admiración por las gigantescas esculturas del gran faraón Ramses II. También difícil atacar el asfixiante interior del templo, por la multitud de personas, casi todos españoles, que a las 7 de la mañana por allí pululaban. Todos admiradores de los relieves y bajorrelieves interiores, estatuas y herméticas salas. España entera evacuaba en el río Nilo. España entera paseaba su cuerpo por el sofocante calor de sus orillas.
Al frente, el artificial lago Nasser formado por la presa del Nilo, y más lejos -hacia el sur- su nacimiento y el ‘África inexplorada’, del doctor Livingstone.
Incluso, más allá y más al sur, en el Gondokoro, de Speke y Grant.
En el Sudán completo, descrito por Robert D. Kaplan en ‘Rendición o hambre’, o por Paco Nadal en ‘El cuerno de África’. En la Tanzania, de Ryszard Kapuscinski en ‘Ébano’, o en el Congo de André Gide y del Rey Leopoldo.
Al Sur.
Siempre al sur de África, pensaba el mochilero.
Pero Abu Simbel merecía una parada real, no imaginada. Monumental y grandioso. Hormiguero de turistas, ávidos de experiencias y conocimientos in situ. Era difícil permanecer en aquella explanada y no sentir admiración por las gigantescas esculturas del gran faraón Ramses II. También difícil atacar el asfixiante interior del templo, por la multitud de personas, casi todos españoles, que a las 7 de la mañana por allí pululaban. Todos admiradores de los relieves y bajorrelieves interiores, estatuas y herméticas salas. España entera evacuaba en el río Nilo. España entera paseaba su cuerpo por el sofocante calor de sus orillas.
Al frente, el artificial lago Nasser formado por la presa del Nilo, y más lejos -hacia el sur- su nacimiento y el ‘África inexplorada’, del doctor Livingstone.
El explorador no encontraría turistas.
Copyright © By Blas F. Tomé 2009