El viajero (su sombra), después de visitar las cataratas Victoria
“Heme aquí frente a frente
de la espesa tiniebla desde donde
oírme debe la deidad 'rugiente'
que en su seno se esconde:
Dime, genio terrible del torrente,
¿a dónde vas al trasponer, la valla
del hondo precipicio,
tras la ruda batalla
de la atracción, la roca y la corriente. . ?” ( Por: Juan Antonio Pérez Bonalde).
de la espesa tiniebla desde donde
oírme debe la deidad 'rugiente'
que en su seno se esconde:
Dime, genio terrible del torrente,
¿a dónde vas al trasponer, la valla
del hondo precipicio,
tras la ruda batalla
de la atracción, la roca y la corriente. . ?” ( Por: Juan Antonio Pérez Bonalde).
Sin duda era una gran experiencia viajera sentir el estruendo infinito de las cataratas Victoria, en la frontera entre Zambia y Zimbabwe. En aquel recóndito paraje en los tiempos de Livingstone, se encontraba este regalo de la naturaleza salvaje para el que lo supiera apreciar.
Ahora, eso sí, la
naturaleza aledaña menos salvaje, más bien acondicionada para que el viajero o turista
presencie su ímpetu. Aunque nada artificial había en las cataratas en sí. Todo lo
artificial se encontraba en sus alrededores, lo que daba comodidad al visitante.
El sol calentaba ‘a rabiar’, como diría Pablo Alborán, pero cuando la cercanía del salto se medía en unos pocos metros, la lluvia que desprendía amortiguaba el pegajoso calor.
El sol calentaba ‘a rabiar’, como diría Pablo Alborán, pero cuando la cercanía del salto se medía en unos pocos metros, la lluvia que desprendía amortiguaba el pegajoso calor.
El viajero insatisfecho no suele
explayarse en mostrar fotografías pero en esta ocasión va a hacer una
excepción. Visitadas desde el lado ‘zambezi’ nada más, estas instantáneas
pueden dar idea de su grandiosidad aunque sin hacer justicia del lugar.
Para quedarse
atónitos.
Primera visión de las cataratas
Grandiosidad del lugar
Fuerza de la naturaleza
Diferente perspectiva
Las cataratas al fondo, vistas desde el puente-frontera
Una vez pasadas las cataratas, el río Zambeze comienza a zigzaguear por los barrancos
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