Parado allí, muy cerca de la plaza de Callao, a mitad de la Gran Vía (Madrid), parecía uno de esos personajes estrafalarios y variopintos que tanto abundan por el centro de la capital.
Y lo era. O no.
Apoyado en la parte de atrás de una preciosa BMW, hacía mímica y sonreía; atendía a preguntas de la poca gente que le rodeaba con una sonrisa, quizás un poco forzada, pero con alegría comunicativa; en algunos momentos hacía exagerados movimientos, en otros, mostraba una provocativa quietud. Animado por la amabilidad del público que le rodeaba, sacaba a veces de su cazadora militar un cartel en el que pedía un donativo para seguir camino.
Luego, este viajero insatisfecho se fijó en el ‘ruteado’ mapa, convertido en objeto de reclamo, y lo miró con simpatía. 740.000 kilómetros recorridos. 138 países visitados. Diferentes banderas garabateaban simbólicamente su estancia en cualquiera de ellos. Aquel personaje, allí, en reposo aparente, se convertía, a través de esos coloridos distintivos, en viajero pertinaz.
Un cartel en correcto español decía: “Quiero entrar en el libro guinnes de los records por ser el único hombre sordomudo que lleva viajando en moto desde el año 2000 por todos los continentes”.
Ah, bueno. Era sordomudo. Y supuso que bieloruso.
Ahora sí, su mímica y su sonrisa adquirían cierto halo de ternura y comprensión.
Una sonora ausencia en sus recorridos globales: África (excepto un poco de Sudáfrica) ¿Es que no será África un continente apropiado para viajeros sordomudos?.
Y lo era. O no.
Apoyado en la parte de atrás de una preciosa BMW, hacía mímica y sonreía; atendía a preguntas de la poca gente que le rodeaba con una sonrisa, quizás un poco forzada, pero con alegría comunicativa; en algunos momentos hacía exagerados movimientos, en otros, mostraba una provocativa quietud. Animado por la amabilidad del público que le rodeaba, sacaba a veces de su cazadora militar un cartel en el que pedía un donativo para seguir camino.
Luego, este viajero insatisfecho se fijó en el ‘ruteado’ mapa, convertido en objeto de reclamo, y lo miró con simpatía. 740.000 kilómetros recorridos. 138 países visitados. Diferentes banderas garabateaban simbólicamente su estancia en cualquiera de ellos. Aquel personaje, allí, en reposo aparente, se convertía, a través de esos coloridos distintivos, en viajero pertinaz.
Un cartel en correcto español decía: “Quiero entrar en el libro guinnes de los records por ser el único hombre sordomudo que lleva viajando en moto desde el año 2000 por todos los continentes”.
Ah, bueno. Era sordomudo. Y supuso que bieloruso.
Ahora sí, su mímica y su sonrisa adquirían cierto halo de ternura y comprensión.
Una sonora ausencia en sus recorridos globales: África (excepto un poco de Sudáfrica) ¿Es que no será África un continente apropiado para viajeros sordomudos?.
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