25 de octubre de 2012

Bello día, bello Kruger


En Nelspruit (Sudáfrica) alquiló el transporte para visitar el cercano Parque Nacional Kruger sin saber que iba a estar acompañado, únicamente, por una joven simpática alemana y no por un numeroso grupo. Como acostumbra a viajar solo, no siempre puede permitirse este tipo de licencias. En cambio allí, todo aquel especial 4x4, equipado para ver y fotografíar, era para ellos dos, únicos ocupantes. Ah, y el conductor-guía que hablaba poco pero lo suficiente pues cosas limitadas tenía que contar al viajero que únicamente pretendía pasar el día viendo, en su hábitat, animales libres, por otra parte, casi todos ya conocidos. La temprana salida, antes del amanecer, de aquella aledaña población fue en medio de un fuerte aguacero, que anunciaba malos augurios para todo el recorrido. Pero fue despuntar la claridad en el horizonte y dejar de llover.
¡Arriba la rudimentaria capota del vehículo, y a respirar la suave y húmeda brisa matinal!.
El sol se mostraba completo por el horizonte cuando iniciaban la visita. A partir de ahí, una temperatura idónea hasta que abandonaron el parque a última hora de la tarde, después de una agradable visita, pero -¡casualidad!- un cuasi-diluvio les recibió, de nuevo, a la entrada de la ciudad de Nelspruit.
Era inmenso el Parque Nacional. Gozaba de todo tipo de animales africanos, los cinco grandes, entre otros, aunque era el kudu el símbolo y emblema -aparecía en todos los carteles- y también uno de los libres y agrestes protagonistas. De fácil recorrido, poseía una carretera asfaltada que lo atravesaba de un extremo al otro con multitud de ramificaciones, muy bien señalizadas, aunque a este viajero insatisfecho y a la simpática alemana eso no les suponía beneficio alguno pues el conductor-guía contralaba estos pormenores.
En su momento, se habló del Kruger como el más numeroso en cuanto a animales, harto improbable pues apenas se veían grandes concentraciones de mamíferos o antílopes, lo que si ocurría en otras áreas africanas visitadas.
Pero,……, un bello día.
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19 de octubre de 2012

Cuestión de estatus


Una sugerente fotografía.
Siempre le ha parecido al viajero insatisfecho una instantánea retórica, aleccionadora y con mensaje. Ha tardado en dedicarle una entrada porque le parecía más apropiada para un ‘fotoblog’ que para un ‘blog de viajes’.
¿A qué pájaro se le otorgaría el poder?.
Tomada a las afueras de la ciudad de La Palma, en Panamá, hace ya dos años, no describe el viaje ni siquiera el paisaje, analiza -cree- el interior del observador.
Ahí queda.
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14 de octubre de 2012

No fue en un viaje a la India


El 3 de septiembre, lunes, paseando con un colega por la calle Arenal, en Madrid, nos quedamos estupefactos viendo a estos budistas. La gente se paraba y muchos echaban una moneda pues el espectáculo no era corriente.
Días más tarde descubrí el truco en Internet, que todo lo sabe, y se desvaneció la ilusión.
-El Porras-

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7 de octubre de 2012

El espíritu del Rey de Reyes / Etiopía


-Catedral de St. George / Addis Abeba-

Haile Selassie fue coronado el 2 de noviembre de 1930 en la catedral de St. George, de Addis Abeba. La coronación fue, en todos los sentidos, "el asunto más espléndido" en aquellos años, al que asistieron miembros de la realeza y dignatarios de todo el mundo. Entre ellos, se encontraban el hijo de George V, el príncipe Enrique, y emisarios de Estados Unidos, Egipto, Turquía, Suecia, Bélgica y Japón.
El autor británico Evelyn Waugh también estuvo presente. Si algún lector-blogger quiere conocer su interesante, irónica y brillante crónica sobre aquel evento puede leer “Gente remota”, un imprescindible libro de aquella época, no solo sobre Etiopía sino sobre varios países africanos que recorrió una vez cumplida su misión en Addis Abeba.
El mochilero leonés había leído el libro hace varios años.
Desde la parte sur de una empinada y extensa plaza, en aquel momento en obras, subió bajo un sol abrasador este viajero insatisfecho para visitar tan mítico lugar en el corazón del pueblo etíope. Al llegar a la catedral de St. George, con el cuerpo destrozado por una indisposición pasajera (ocurre a veces en los viajes), sólo pudo, por desgana y abatimiento, sacar una fotografía, beber un trago de agua, sentarse un rato para recuperarse y salir huyendo de allí.
El espíritu de Haile Selassie, Rey de Reyes, se había lanzado sobre este mochilero dañando su cuerpo, quizás con el peso de la historia.



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