Mona, en la plaza Mendeka
Yakarta era una ciudad sorprendente, inmensa,
bulliciosa y, en determinadas zonas, muy moderna. Sorprendieron al viajero insatisfecho los grandes
edificios que parecían formar un skyline
al estilo del de Nueva York.
Se
hospedó en una zona de mochileros, en un hotel muy decente para su ubicación
(zona Jalan Jaksa) y precio. Nada más
tomar posesión se dispuso a salir a ‘romper’ Yakarta. En lo que le
quedaba de tarde visitó la plaza Mendeka, donde se encontraba el monumento Monas, vulgarmente conocido con cierta sorna como ‘la
erección de Sukarno’. Esta especie de o belisco de 132 metros de altura en el centro de la gran plaza o parque,
constituye la figura emblemática de la ciudad y la más reconocida y delirante
construcción del antiguo presidente. Hecha de mármol italiano y coronada por
una llama esculpida, recubierta de pan de oro. Paseó poco por allí pues para acceder al
recinto había tenido que rodear el extenso parque y, después de aquel completo
día de cambios de cuidad a ciudad, estaba ligeramente cansado.
Ya
tendría tiempo de hacerlo al día siguiente, cuando visitó la parte vieja, o
cuando ‘se dejó ir’ en manos de un experto blogger,
conocedor de Yakarta como si de su finca privada se tratara: Gildo Kaldorana. Ambos días tuvo
momentos intensivos, donde disfrutar de la ciudad suponía descansar poco, coger
todo tipo de transportes o encomendarse a largas caminatas.
Puente del mercado del pollo
La zona vieja era la antigua ciudad de Batavia, ahora conocida
como el barrio de Kota.
Fue antaño el corazón de la colonia holandesa en Indonesia, pero lo que existía
hoy en día se reducía a unos edificios históricos, convertidos muchos de ellos
en museos, o la plaza Taman Fatahillah,
adoquinada y rodeada de más fachadas coloniales. Circuló toda una mañana sin
rumbo por ella y sus alrededores, y sintió la vida indonesia muy cerca. Estuvo
en el Puente del mercado del pollo,
una singular pasarela rodeada ahora de otros puentes más modernos, aunque
mantenido allí como vestigio de una época ya pasada, y se adentró en
callejuelas con cierto aire peligroso. No sabe si era una realidad o una
impresión sobrevenida. Visitó alguno de los museos, entre ellos al de Sejarah Jakarta, en el edificio del
antiguo ayuntamiento de Batavia.
Y
paseó, paseó y paseó.
Al
día siguiente fue Gildo Kaldorana (‘el rey de Yakarta’), quien se encargó de
cumplir con su papel de experto conocedor de la ciudad. Conoció con él la zona
de los mega-rascacielos y le enseñó otros rincones, aunque dejaron que el día
transcurriera sin grandes sobresaltos ni agobios turísticos.
¡Gracias,
Gildo! (en realidad, un ‘alias’ pues
su nombre real es otro).
Era
una ciudad tan grande que no parecían suficientes tres días para conocerla
bien, ni esta entrada será algo que ayude a desgranarla mejor.
Solo son unos pequeños apuntes para el recuerdo.
Solo son unos pequeños apuntes para el recuerdo.
Moderno skyline de Yakarta
Edificio del antiguo ayuntamiento de Batavia
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