9 de noviembre de 2014

Mercado de Malanville


El viajero insatisfecho paseó por el mercado de Malanville, última ciudad de Benín, frontera de Niger, antes de atravesar el río del mismo nombre. El mercado era una verdadera confluencia de mercancías venidas de Niger, Nigeria, Burkina Faso y Benin. Un mercado minorista inmenso, a lo africano, tan parecido a otros mercados de la zona aunque a muchos recordará los zocos marroquíes. Callejuelas estrechas, hacinamiento de gente, olores indescriptibles, calor y, sobre todo y lo más sorprendente, un ordenado caos. No dejaba de sorprender, después de conocer varios países de este singular continente, los mercados, los bazares, los escaparates, los tenderetes,.... Todo parecía abarrotado, atestado, apelotonado, abigarrado de objetos, ropa, frutas, verduras, montones de especias, ajos, tubérculos, hojas secas de algún árbol zonal, utensilios, mijo, más ropa, herramientas, recipientes de latón,... y año tras año, pareciera que aquello no paraba de crecer. Había bolsas de todos los colores llenas de productos dispares: una mezcolanza sinfín. Tenderetes destrozados con viejas lonas descosidas o plásticos rotos, y polvo, mucho polvo.
Y calor, mucho calor.
Confluencia también de razas y colores en el mercado de Malanville. La cercana frontera de Niger atraía a los tuareg del desierto, a los songhay nigerinos o a los fulani benineses; prevalecía el color azul-tuareg, el marrón y negro del desierto o los chillones colores africanos. Los jóvenes llevaban camisetas del Barça, David Villa o Messi; las mujeres, con el cabello tapado, enseñaban su cara de tez morena, a veces bella (las más), y de bonitos ojos negros.
Cientos y cientos, miles de productos, sombreros, sacos de mijo -a montones- y baratijas chinas (China ha invadido con sus productos baratos, salidos de la permanente explotación laboral, los mercados de medio mundo; de África en especial). Se exhibían sobre estrados de madera, en el suelo, colgados de alambres que a su vez colgaban de viejas vigas, en repisas, encima de taburetes, sobre la tierra africana. Desértica.
Un ordenado caos.



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