El viajero insatisfecho paseó por el
mercado de Malanville, última ciudad de Benín, frontera de Niger, antes de
atravesar el río del mismo nombre. El mercado era una verdadera confluencia de
mercancías venidas de Niger, Nigeria, Burkina Faso y Benin. Un mercado
minorista inmenso, a lo africano, tan parecido a otros mercados de la zona aunque a muchos recordará
los zocos marroquíes. Callejuelas estrechas, hacinamiento de gente, olores
indescriptibles, calor y, sobre todo y lo más sorprendente, un ordenado caos. No dejaba de sorprender, después de
conocer varios países de este singular continente, los mercados, los bazares,
los escaparates, los tenderetes,.... Todo parecía abarrotado, atestado,
apelotonado, abigarrado de objetos, ropa, frutas, verduras, montones de
especias, ajos, tubérculos, hojas secas de algún árbol zonal, utensilios, mijo,
más ropa, herramientas, recipientes de latón,... y año tras año, pareciera que
aquello no paraba de crecer. Había bolsas de todos los colores llenas de
productos dispares: una mezcolanza sinfín. Tenderetes destrozados con viejas
lonas descosidas o plásticos rotos, y polvo, mucho polvo.
Y calor, mucho calor.
Confluencia también de razas y colores en el mercado de Malanville.
La cercana frontera de Niger atraía a los tuareg
del desierto, a los songhay nigerinos
o a los fulani benineses; prevalecía
el color azul-tuareg, el marrón y
negro del desierto o los chillones colores africanos. Los jóvenes llevaban
camisetas del Barça, David Villa o Messi; las mujeres, con el cabello tapado,
enseñaban su cara de tez morena, a veces bella (las más), y de bonitos ojos negros.
Cientos y cientos, miles de productos, sombreros, sacos de
mijo -a montones- y baratijas chinas (China ha invadido con sus productos
baratos, salidos de la permanente explotación laboral, los mercados de medio mundo; de
África en especial). Se exhibían sobre
estrados de madera, en el suelo, colgados de alambres que a su vez colgaban de
viejas vigas, en repisas, encima de taburetes, sobre la tierra africana.
Desértica.
Un
ordenado caos.
Copyright © By Blas F.Tomé 2014