El viajero insatisfecho, en sus viajes, siempre se muestra partidario de la ‘navaja de Occam’, famosa teoría de la simplicidad: Si este leonés se encuentra en su terruño y oye una especie de estampida de animales, por el sonido es posible que sean vacas o bisontes, pero opta siempre por considerar que son vacas ya que es la opción más probable (en su terruño leonés no hay mucho de lo segundo).
Mientras esto razona, recuerda un viaje a Cuba, que incomprensiblemente realizó en compañía de un amigo. En el largo recorrido entre La Habana y Santiago de Cuba, a bordo de un destartalado coche alquilado/comprado, al pasar al lado de multitud de bohíos y ciudades, el amigo, a veces, daba gritos cuando veía a lo lejos una gallina aleteando, feliz por haber encontrado una mierda seca. Supone.
¡Un pavo real!. ¡Mira, mira, un pavo real!, decía el amigo, siempre sorprendido ante cosas cotidianas y, en cierto modo, vulgares. Y este viajero siempre le contestaba: la teoría de la navaja de Occam.
¡Recuerda la navaja de Occam!.
En situaciones comparables aunque con diferentes animales, objetos o habituales descubrimientos, siempre le contestaba: la teoría de la navaja de Occam.
¡Recuerda la navaja de Occam!.
Donde el amigo veía un pavo real, este viajero leonés siempre contemplaba una gallina.
Esa disfunción de criterios convirtió el viaje en un sinsentido. A lo largo de los años, ha procurado no repetir la experiencia. Y, menos, la compañía.
Mientras esto razona, recuerda un viaje a Cuba, que incomprensiblemente realizó en compañía de un amigo. En el largo recorrido entre La Habana y Santiago de Cuba, a bordo de un destartalado coche alquilado/comprado, al pasar al lado de multitud de bohíos y ciudades, el amigo, a veces, daba gritos cuando veía a lo lejos una gallina aleteando, feliz por haber encontrado una mierda seca. Supone.
¡Un pavo real!. ¡Mira, mira, un pavo real!, decía el amigo, siempre sorprendido ante cosas cotidianas y, en cierto modo, vulgares. Y este viajero siempre le contestaba: la teoría de la navaja de Occam.
¡Recuerda la navaja de Occam!.
En situaciones comparables aunque con diferentes animales, objetos o habituales descubrimientos, siempre le contestaba: la teoría de la navaja de Occam.
¡Recuerda la navaja de Occam!.
Donde el amigo veía un pavo real, este viajero leonés siempre contemplaba una gallina.
Esa disfunción de criterios convirtió el viaje en un sinsentido. A lo largo de los años, ha procurado no repetir la experiencia. Y, menos, la compañía.
Nota.: Fotografía tomada cerca de Santiago de Cuba. Este viajero no cree que alguien vea aquí un dinosaurio. Que recuerde 'la navaja de Occam'.
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