26 de enero de 2010

La navaja de Occam

El viajero insatisfecho, en sus viajes, siempre se muestra partidario de la navaja de Occam, famosa teoría de la simplicidad: Si este leonés se encuentra en su terruño y oye una especie de estampida de animales, por el sonido es posible que sean vacas o bisontes, pero opta siempre por considerar que son vacas ya que es la opción más probable (en su terruño leonés no hay mucho de lo segundo).
Mientras esto razona, recuerda un viaje a Cuba, que incomprensiblemente realizó en compañía de un amigo. En el largo recorrido entre La Habana y Santiago de Cuba, a bordo de un destartalado coche alquilado/comprado, al pasar al lado de multitud de bohíos y ciudades, el amigo, a veces, daba gritos cuando veía a lo lejos una gallina aleteando, feliz por haber encontrado una mierda seca. Supone.
¡Un pavo real!. ¡Mira, mira, un pavo real!, decía el amigo, siempre sorprendido ante cosas cotidianas y, en cierto modo, vulgares. Y este viajero siempre le contestaba: la teoría de la navaja de Occam.
¡Recuerda la navaja de Occam!.
En situaciones comparables aunque con diferentes animales, objetos o habituales descubrimientos, siempre le contestaba: la teoría de la navaja de Occam.
¡Recuerda la navaja de Occam!.
Donde el amigo veía un pavo real, este viajero leonés siempre contemplaba una gallina.
Esa disfunción de criterios convirtió el viaje en un sinsentido. A lo largo de los años, ha procurado no repetir la experiencia. Y, menos, la compañía.


Nota.: Fotografía tomada cerca de Santiago de Cuba. Este viajero no cree que alguien vea aquí un dinosaurio. Que recuerde 'la navaja de Occam'.

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20 de enero de 2010

Charla en Beira

En los minutos previos a que la ‘chapa’ [furgoneta que cumple las veces de autobús urbano] iniciara su habitual recorrido por la ciudad de Beira (Mozambique), un joven lugareño, simpático, grácil y sutil en su conversación, se dirigió al viajero insatisfecho, aburrido éste ya de la espera, a pleno sol y a orillas del Índico. Una parada de ‘chapas’ es jolgorio, hormigueo, masa en completo desorden e intimidación; tiene algo a mitad de camino entre mercadeo y casa de subastas.
Después del primer intercambio de gestos y palabras a modo de presentación, este viajero pronto vislumbró el conocimiento que tenía el muchacho del panorama político español. En tono jocoso -cree- se apuntaba a las tesis del ex presidente Aznar sobre la invasión de Irak y contradecía la conocida política ejercida por Zapatero sobre ese mismo tema en aquel momento. “Además, Aznar es amigo de Bush”, entendió que decía, para apoyar su particular razonamiento.
El personaje no hablaba español pero -entre risas y en tono comprensible- se atrevía a rebatir con descaro cualquiera de los argumentos expuestos, obligando al mochilero a posicionarse, sin ganas, políticamente. Lo que planteaba el amigo, y lanzó a la palestra, eran provocaciones a discusión abierta, civilizada y nada camorrista. De él tendría que aprender mucho la sociología actual y, en especial, los políticos.
El mozalbete en cuestión trabajaba en PescaMar, empresa controlada por la española Pescanova. ¡Cuántas conversaciones y discusiones bromistas habría mantenido el joven con tripulantes de barcos españoles detrás de una cerveza 2-M, tan típica por aquellas latitudes!.

El puerto pesquero de Beira, región en la que está ubicada PescaMar, es el más importante de Mozambique, al concentrar el 90 por ciento de las descargas de pescado del país. Estas instalaciones reciben, sobre todo, las capturas de camarón y langostino, efectuadas en su mayoría por buques especializados en estas especies y denominados tangoneros.


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14 de enero de 2010

Para mi fiel lectora

También es un ‘post’ viajero, y tiene cabida en este cansino blog de viajes, el felicitar a una lectora fiel, incansable asimiladora de historias que no le interesan (¿la aburren?). Huye del mundo blogger, y viajar, hasta ahora, lo justo.
No es Mary Kingsley ni pretende serlo. Ni Freya Stark pues no se caracteriza como ‘insaciable exploradora’, aunque -tal vez- la hubiera gustado ser ‘León el Africano’, con una vida cotidiana, la de ella, pero adornada de inteligencia y humor para convertirla en mil veces interesante.
¿No es también interesante la historia de un guerrero/a?. Pues ella lo es.
¿De un batallador/a?. Pues ella lo es.
Crítica, con los viajes del viajero insatisfecho, no deja de leer una sola de sus palabras. Luego, ríe, comenta, pregunta, distorsiona -a veces- por las prisas, pero si hace falta relee, ¿quién da más?.
- Esta foto no la conocía…. Ah, recuerdo ese viaje…... Pues de eso no me habías hablado….
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¡¡Feliz cumpleaños, mi niña!!.

P.D.: Flor 'recogida y cortada' por este leonés en uno de sus viajes.

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11 de enero de 2010

El aburrimiento



Evelyn Waugh, en ‘Gente remota’, lo contó mejor que el viajero insatisfecho lo pueda hacer:
  • Cuando hemos regresado a casa tras haber pasado en el extranjero una semana o dos, y una y otra vez, respondiendo a las educadas preguntas de nuestros amigos, relatamos la experiencia, haciendo que una frase lleve a la siguiente, hasta construir una buena historia con todo ello; cuando las gentes poco corrientes con las que nos hemos encontrado se han vuelto, en retrospectiva, fabulosas y fantásticas, y todos los controles e incertidumbres del hecho de viajar se convierten en grandes peligros; cuando las molestias menores adquieren proporciones heroicas y se transforman, durante la comida, en privaciones casi insoportables; incluso antes que eso, cuando en la última etapa de nuestro viaje releemos en nuestro diario la crónica simple y llana de los meses precedentes… ¡qué poca atención prestamos, entre todos aquellos falsos sustos y temores, a los horrores descarnados del aburrimiento!. Me parece que no se ha dicho lo suficiente sobre este aspecto del viaje. Nadie sabe lo que significa aburrirse de verdad hasta que no ha estado en los trópicos”.
Que cada uno saque sus propias conclusiones y, tal vez, encuentre en las palabras de este insigne inglés, admiración o desprecio por el arte (?) de viajar. Este mochilero leonés suscribe una por una cada una de sus palabras.















El V(B)iajero Insatisfecho, aburrido en un poblado de la selva amazónica peruana

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5 de enero de 2010

Sorprendente montaña blanca

Algo sorprendente tiene Pamukkale (Turquía). Una montaña convertida por arte de magia o, más bien, del calcio de las cercanas aguas termales, en montaña de algodón, o quizás en una formación natural de “falsas nieves perpetuas”.
La similitud, en ciertas zonas, es increíble.
El agua embalsada en las piscinas (muy parecidas a los caparazones de las conchas marinas de diferentes tamaños) que se forman allí de manera natural, es -dicen- beneficiosa para la piel y los reumatismos.
No comprobado por el viajero insatisfecho, aunque supone que sí por los cientos de personas que visitan Pamukkale, convirtiéndolo en un destino muy concurrido. Sentado al borde de los estanques, se palpaba con los pies, en el poco profundo fondo, un barro blanco y pastoso, muy agitado ya por el número ingente de locales y visitantes.
Famosos son, también, los atardeceres que allí regala la madre tierra, en la parte alta, al lado de las cercanas ruinas de Hierápolis.
La naturaleza otra vez sorprendente y contradictoria: labrando por doquier bellos artilugios calcáreos en la ladera de una montaña e imágenes al caer el sol y, por otro, convirtiendo en escombros una próspera, aunque antigua, necrópolis bizantina.

Harto de piedras y ruinas paseó sólo un rato por ellas.
P.D.- Lo jura por Snoopy: La chica de azul, de la primera foto, no posaba para el mochilero.
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