24 de noviembre de 2009

¡Malditas simbiosis raras!

















Simbiosis raras. Produce hasta cierto susto, o vergüenza, comprobar que existen. En aquella ocasión se produjo entre un mono, cualquier tipo, cualquier clase -son todos iguales de sinvergüenzas y caraduras- y un pájaro, similar a una urraca negra o cuervo africano.
¡Vaya simbiosis!.
En una de las paradas de descanso en el cráter del Ngorongoro, el guía, el cocinero, el conductor, una pareja de alemanes y el viajero insatisfecho se sentaron en una aparente tranquila arboleda para dar cuenta del matinal bocadillo. A los pocos minutos y frontalmente, un estúpido babuino se fue acercando a las inmediaciones del viajero, apartado éste unos metros del resto del grupo. El simio traía un paso remolón y lento, con pequeñas volteretas, interrumpidas de vez en cuando por sentadas en las que aprovechaba para rascarse sus asquerosas partes impúdicas, como provocando al solitario viajero. En esas paradas y silencios, el atrevido mandril (da igual, mono, babuino o mandril) le miraba fijo, tal como si le reconociera de improbables noches locas madrileñas de rondas de cerveza y ron.
Justo en el momento en que el cansado mochilero daba un trago al agua, dejando primero su bocadillo en el suelo sobre el envoltorio, su amigo primate bostezó, enseñó sus grandes caninos, se estiró y con uno de los brazos señaló hacia la espesura que había en uno de los lados. Como si estuviera emparentado con el bicho o hubiera compartido, quizás, extraños momentos de sinceras confidencias o jolgorios varios, miró crédulo hacia aquel lado. Momento de distracción que aprovechó aquella especie de urraca negra, invisible hasta entonces en algún árbol cercano, para hacer una pirueta en vuelo rasante y llevarse el bocadillo en sus garras.
Maldito.
¡Maldita ‘rata con alas’!.
¡Maldita simbiosis de babuino y negra urraca!.
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PD.- El lago de la fotografía era un 'nido' de hipopótamos. Al fondo de la charca, se ven varios.


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17 de noviembre de 2009

Los chinos en África, o cómo enmascarar una invasión





  • Aviso para los que piensan que los chinos en África sólo se interesan por las materias primas a cambio de gigantescas obras de infraestructura financiadas por su gobierno: también son los nuevos inversores del continente negro, unos negocios privados muy florecientes. ¿Por qué los chinos intervienen donde los occidentales se abstienen por exceso de prudencia o indeferencia? Porque a los chinos les falta sitio en su país y África les parece un territorio virgen, lleno de promesas, y no tienen miedo a las pequeñas inversiones; al contrario: un salón de masajes, un restaurante, un pequeño taller de costura, una farmacia, todo es bueno para que se multiplique rápidamente el dinero que a menudo ha reunido toda una familia en China para enviar a uno de los suyos a la aventura”. (Michel, Serge y Beuret, Michel. China en África. Pekín a la conquista del continente africano. Alianza Editorial, S.A. Madrid, 2009. Pág. 42).

Estos dos investigadores periodísticos lo dicen muy claro, aunque de manera políticamente correcta. Y, bien -podrán argumentar los defensores del imperio chino- pero son frases sacadas de un libro que pueden tener muchos matices e interpretaciones. Pero el volumen es muy interesante y crítico, o mejor dicho, esclarecedor de una realidad palpable, como puede ser que los chinos están provocando el agotamiento de materias primas africanas, recursos mineros y forestales.
A la larga, empobrecimiento para el sufridor continente.
Los culpables de esta diáspora china, aparte de las cuestiones económicas: el dirigismo estatal de los timoneles chinos y el obsesivo orden impuesto, que está por encima de valores tan importantes como las libertades y el individuo.
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P.D.: El viajero insatisfecho quiere ser objetivo y anotar la sugerente frase dicha por un hombre angoleño, que recoge el libro:



  • [los americanos] No hacen más que hablar de family values, pero cuando llegan a Luanda [Angola] se ponen hasta las cejas y se van de putas. Los chinos son disciplinados, modestos y respetuosos. Si tocan a una angoleña, les devuelven a su país, y eso está muy bien”.


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11 de noviembre de 2009

Mangrove River

Los manglares son esas formaciones vegetales compuestas por un conjunto de árboles-arbustos que tienen especiales características para sobrevivir y desarrollarse en terrenos costeros inundados o zonas con agua de altos niveles de salinidad. Protegen a las costas de la erosión y han proporcionado durante siglos multitud de recursos a las poblaciones locales. Conforman también zonas de apareamiento y cría de muchas especies, además de ser refugio para peces, otras formas de vida marina y multitud de serpientes. Armonizan en sí mismos, a veces, un paisaje verde; silencioso, otras, y misterioso, las más.
¿Qué son los manglares para el viajero insatisfecho? Muy sencillo, áreas con mucho atractivo.
Ha visitado varios.




























Port Barton, en la isla de Palawan (Filipinas), era una tranquila playa. Era la playa del ‘nada-que-hacer’ y vaguear con el cuerpo tostado al sol. Pero había otras posibilidades. Muchas. El Mangrove River (Río de manglares) era una de esas opciones cercanas que los barqueros del lugar se encargaban de promocionar.
‘Aceptar lo que ofertan’ es una de las máximas de este mochilero. ¿Qué puede pasar?.
Y aceptó.
Mientras subía a la pequeña barquichuela que le llevaría desde la playa a la desembocadura del río, no dejaba de mirar los verdes islotes lejanos y soñaba, ya, con su conquista de un nuevo territorio de manglares. Una vez allí, en las zonas misteriosas del Mangrove River, se sentía la humedad, la sombra y, de vez en cuando, un cierto temor. En sus zonas verdes, se palpaba la presencia de serpientes, de anillos de colores, venenosas y tan peligrosas como la prudencia que mostraba el barquero al observarlas, quietas, sesteando colgadas del follaje (ver fotografía arriba).
'Acércate un poco a la rama para sacarle la foto', le decía al barquero. No, no, que se pueden descolgar y caer en la barca.
Poco probable, pero quedó dicho.

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4 de noviembre de 2009

Dos pueblos, dos hechos, dos diferencias



Fotografía tomada a las afueras de Manica.

Hace unos días leía en ‘El País’ la posible comercialización de la vacuna contra la malaria. El anuncio venía del prestigioso médico español, director del Centro de Investigación de Manhiça, en Mozambique. Al viajero insatisfecho le vienen imágenes de situaciones vistas, unas; intuidas, otras, sobre esta terrible pandemia. "Será una vacuna de primera generación. Su eficacia será moderada y no se administrará a todos los grupos de población, habrá que definir bien cuáles", decía el doctor Alonso.
Esperanza.
Esperanza.
En alguna ocasión anterior oyó hablar de ese Centro, y de ese doctor, pero nunca había investigado si ese pueblo mozambiqueño era ‘el manica’ que visitó el mochilero en su ruta por el país, y en el que estuvo dos completos días intentando conocer las cercanas y antiguas pinturas rupestres de Chinamapere.
Nada que ver Manhiça con Manica.
El primero, en los alrededores de Maputo; el otro, mucho más al norte, muy cerca de la frontera con Zimbabwe y, como pueblo fronterizo, de abundante trasiego de materiales y personas, no todas de loable ‘buen vivir’. Usureros, cambistas, prostitutas, ladronzuelos y, seguro, estafadores. Al bajar del autobús, un loco le asedió dando gritos incomprensibles y moviendo los brazos amenazantes, como indignado de su presencia en la población.
No tuvo suerte con las pinturas rupestres, muy cercanas. Por ellas preguntó en el bar-restaurante del hotel donde se hospedaba. Nadie quería saber nada del lugar y cuando insistió le observaron raro. Para visitarlo -decían- había que pedir permiso a una bruja/bruxa que vivía cerca de Chinamapere.
Al final del día, relajado, no muy convencido de la belleza de las pinturas y sin mucha convicción pidió ayuda para alcanzar el sitio. Un lugareño, con el atrevimiento que dan las cervezas ya entrada la noche, se ofreció a ser el conductor-guía por un razonable precio, pero, al día siguiente y a la hora acordada, no se presentó a la cita.
¿Plantón, o miedo y superstición?.


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