En 2001, ya había intentado visitar Etiopía pero un problema logístico le desvió a Vietnam, desde donde vivió (o mejor, no vivió) los atentados del 11-S.
Ni se enteró.
En 2003 leyó “El safari de la estrella negra” que le devolvió, de nuevo, la vena etíope.
Ni se enteró.
En 2003 leyó “El safari de la estrella negra” que le devolvió, de nuevo, la vena etíope.
- “Etiopía se distinguía en el África negra por disponer de guión propio y, por consiguiente, de su propia historia escrita y un poderoso sentido del pasado. Los etíopes son tan conscientes de sus vínculos culturales antiguos con India y Egipto, y la fuente religiosa de Oriente Medio, que a menudo afirman ser los primeros cristianos. Cuando antepasados bárbaros corrían por Europa con el culo al aire y con el vientre pintado con glasto azul, los etíopes, ataviados con ropajes elaborados, criaban ganado, utilizaban la rueda y defendían su civilización del ataque del islam, mientras cumplían con devoción los Diez Mandamientos”, decía Paul Theroux, en su libro “El safari de la estrella negra”.
Pues,….., prepararse -otra vez- para ir.
Hasta ahora, y han pasado varios años, no puede decir que el viaje está hecho, que no lo está, pero será inminente.
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