29 de abril de 2008

El gallo canta (Para mi amigo Pp Porras)

Los diez primeros días de su viaje-mochilero por Colombia se dejó acompañar por un amigo. Era, o parecía, un momento peligroso para viajar por ese país, en especial si se leían los periódicos, con informaciones, día sí y día no, de secuestros y encontronazos del Ejército con la guerrilla y las FARC.
Desde Bogotá, un vuelo les llevó, a su amigo y a él, a Leticia, a orillita del río Amazonas. Una barca contratada les adentró en la inmensidad de la selva por afluentes amazónicos llenos de vida animal, vegetal, salvaje, y de pirañas. La noche la tenían que pasar en un poblado amazónico, ya en territorio peruano.
Las comodidades de la vida madrileña contrastan con las incomodidades de la selva amazónica. Yo, aquí, no creo que pueda dormir, aseguró el amigo al subirse, no sin ayuda, a la hamaca en la que debería descansar.
Ya en la suya, la mente del viajero insatisfecho comenzó a fantasear. Reinaba un completo silencio y quietud, y en los rincones se amontonaban las sombras que producía una mísera vela encendida, cuando -a los dos minutos- el amigo-que-no-podría-dormir roncaba como gorrino en su cochiquera. No pudo este viajero evitar el golpe de risa convulsiva, forzada y, a la vez, entrecortada ante la sorpresiva aparición de aquellos ruidos venidos, quizás, de ultratumba. Seguro que se les oiría más allá de la quietud de la estancia, en la orilla del río que hacía poco habían surcado -ambos- sin el menor indicio de agotamiento.
Varias horas después.
Pocas.
Los que han velado alguna vez a un enfermo conocen esos débiles ruidos que se oyen en medio del silencio. De repente, en ese duerme-vela amazónico, el canto del gallo sonó como un estruendo dentro de la cabaña.
Se acabó el feliz descanso.
- ¡Hijo-e-puta! Fue el grito que al unísono soltaron el viajero y su amigo cuando el día comenzaba a levantarse.
No eran más de las seis de la mañana y el gallo entonaba su habitual canto de libertad debajo de las hamacas, al margen del sueño, cansancio o espanto de unos mochileros venidos de lejos.

¿Quién molestaba a quién?.
Copyright © By BlasFT 2008

22 de abril de 2008

Ilha de Moçambique

El explorador portugués Vasco da Gama desembarcó en Ilha de Moçambique de camino a hacia la India, en 1498. Eso fue hace más de 500 años. Este viajero insatisfecho llegó a pisar sus huellas, atravesando un estrecho puente de unos tres kilómetros de largo, que es lo que la separan del continente. Apareció por allí cuatro días después de un fuerte ciclón, del que todavía se veían sus efectos. Muchos de los árboles centenarios que tenía la antigua ciudad aparecían arrancados (fotografía grande), todavía en el suelo donde la fuerza de la naturaleza les había dejado.
Tres partes tiene la isla -pequeña y alargada- muy diferenciadas, las tres muy mal cuidadas: la fortaleza, la ciudad de piedra y la ciudad de Makuti.
Le sorprendió la fortaleza (fotografía pequeña), o fuerte de Sao Sebastiao, abandonado.
Le sorprendió la ciudad de piedra, Patrimonio Mundial de la UNESCO, muy tranquila y ligeramente cuidada; aún así, la consideró abandonada. Dos estatuas modernas, en apariencia levantadas en algún acto conmemorativo de pasados centenarios, representando a conquistadores o antiguos exploradores o dueños, no tenían letrero indicativo alguno ¿No habrá algún movimiento anticolonialista, destructor de conmemoraciones ridículas?.
Le sorprendió la ciudad de Makuti, ciudad de pescadores -semihundida entre calzadas laterales- en cuyos angostos callejones, de negro y viejo aspecto, resonaban los murmullos de las madres, los gritos de los niños, los ladridos de los perros y las alborotadas gallinas. Mientras, los todavía artesanos pescadores entretejían y reparaban sus redes en la arena.

Muy cercana.
Copyright © By BlasFT 2008

16 de abril de 2008

El kudú


Nada que ver con las vacas que crecieron a la par con el viajero insatisfecho. El animal más salvaje que pudo ver durante sus primeros años de vida.
Sus lejanos días infantiles.
El kudú es el símbolo del Parque Nacional Kruger (Sudáfrica). No lo es el fiero león, ni el poderoso elefante, ni el imponente rinoceronte negro. El kudú es como la salvaje naturaleza, como los animales que acampan por la sabana, como este viajero: asustadizo y libre. Viste rayas discretas, nada que ver con las folclóricas de las cebras, ni -en el otro extremo- con las inapreciables del impala.
Hay muchos. Se vislumbran a lo lejos, pero en cuanto el coche se detiene y el ávido viajero apunta la cámara, o permanecen inmóviles o salen huidizos hacia la espesura. Es muy bello el kudú, con ese cuerpo en apariencia fibroso, sin la agilidad de un impala pero con la fuerza en la carrera de un depredador.
Y es herbívoro.
Sus cuernos en espiral y fuertes tienen la fuerza visual de algunos de los mejores momentos de la película King-Kong, versión antigua (1933). No pregunten a este mochilero -por un día convertido en voraz turista- el por qué.
Como alma-animal huidiza que es en su llanura selvática, no pudo captar una buena fotografía. La que muestra es la mejor, lograda aprovechando el zoom de su humilde cámara, con la calidad que, tal vez, no sea la apropiada para los muy admirados y expertos fotógrafos de la blogosfera.

11 de abril de 2008

¿Mozambicano o cubano?

Siempre defendió, y lo sigue haciendo a pesar de lo agotado que siempre termina, que los viajes en autobuses africanos son como “la madre de todas las batallas”, “la teta donde mama el viajero”, “la vitamina de los amaneceres”,… Y eso que, también, este viajero insatisfecho defiende su espacio vital, que se va ¡al carajo! en el momento en que sube al dichoso 'carro'. Todo es contacto, codazos inoportunos, sudores que se mezclan con la ropa del vecino, roce sistemático de brazos, piernas encogidas,…..
¿Dónde quedó su espacio vital?.
En ese vehículo mozambicano, sentado en la parte de atrás, el mochilero escuchaba la conversación del joven que estaba a su lado y otro que se acomodaba, en diagonal, en la fila anterior. Unas veces hablaban portugués, lengua oficial en el país, y otras, cubano. Si, cubano, el acento era su seña de identidad.
Morenos, casi negros. Jóvenes. Cuando se expresaban en portugués, les veía en Mozambique. Cuando lo hacían en cubano, les imaginaba en La Habana.

Uno de ellos se apeó. El que estaba al lado continuó viaje.
“¿Qué hace un cubano tan lejos de su tierra?”, preguntó el viajero. “No. Soy mozambicano, pero mi niñez y juventud las pasé en Cuba”, dijo en perfecto español cubanizado. Otra vez que el mochilero no acertó.
Y van,….. veinte mil.
Pocos años después de la independencia, con Samora Machel al frente del FRELIMO y de la República Popular de Mozambique, los intercambios entre Cuba y este país africano fueron frecuentes. Fidel Castro enviaba personal especializado (médicos, profesionales, militares,…) a este país del hemisferio sur, mientras Mozambique desplazaba a la isla caribeña jóvenes a estudiar y formarse como futuros comunistas. Pero apareció el RENAMO a desestabilizar al FRELIMO, a Samora Machel, y paralizar al país entero.
Guerra civil.
En este intercambio Cuba-Mozambique participó el vecino de asiento y compañero de viaje. En la Isla de la Juventud (Cuba) le pilló la guerra civil de su país y se pasó seis años ¡seis! sin noticias de su familia. A su regreso, a principios de los noventa, con 24 años, comprobó que todos estaban desaparecidos.
Solo, sin ser querido alguno, se volvió loco. Vagabundeó cuatro años por el país, durmiendo en la calle, viviendo de limosnas y perdido.
Ahora ya no. Todo se arregló con el matrimonio, que me salvó. Me casé y tengo dos preciosas hijas”.
Este mochilero leonés conoció a una de ellas, cuando vino a recibirle al bus.


Copyright © By Blas F.Tomé 2008

7 de abril de 2008

El puente


En algún blog -leído estos días- le han dado protagonismo a los puentes. ¿Qué mejor manera que mostrarlos en todo su esplendor a través de una fotografía?.
El viajero insatisfecho va a añadirle además un breve comentario a su particular puente.
Se encontraba de camino a "La Ciudad perdida", en la Sierra Nevada colombiana, en uno de los puntos de obligado paso después de dos días de agotadoras caminatas con subidas y bajadas por las estrechas veredas de las estribaciones montañosas. Este puente sobre el río Buritaca había sido construido por los kogis y arzario, pueblos de la zona, dignos herederos de la famosa civilización tayrona ya extinguida.
Al cruzar esta artesanal e impresionante obra ingeniera (?), le hicieron una fotografía de recuerdo (ver), para regalar a su paisano y amigo, ingeniero de Caminos y diseñador de puentes en España.
A este caminante le impresionó -también- la breve charla con el chamán-mamá Lorenzo, hombre difícil y poco comunicativo pero verdadero jefe espiritual para las gentes de la zona, que acuden a su destartalada cabaña, a unos metros del río, en son de consejo y buenaventura.

2 de abril de 2008

Todo el mundo tiene talento....

Todo el mundo tiene talento, es original y tiene algo importante que decir
BRENDA UELAND
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Basándose en esta frase que leyó hace unos días, el viajero insatisfecho trató de autojustificarse sobre el por qué escribía en un blog. Nada más lejos que intentar ponerse rosas sobre su linda cama; nada más lejos que pretender adornarse con adulerías de otros, pero…..
Hace tiempo que conocía un blog-colega, que también habla de viajes, que le había dedicado una entrada, compartida con otras dos bitácoras (pinchar). No había querido sentirse orgulloso, ni pregonar su existencia pero hoy le ha dado por ello.
Cede su orgullo a sus lectores.