Cuando el viajero insatisfecho llegó a Huye (anteriormente, Butare) hacía un espléndido día de abril. Recomendado por la guía Bradt, Emmaus Hostel parecía una buena opción de descanso. Desde la estación, alquiló un moto-taxi para llegar y tomar una habitación. Sin duda un buen lugar que recomienda a todos los que se acerquen por esta ciudad.
Dejó
los bártulos en una sencilla pero bonita habitación (el hotel estaba en una
tranquila zona residencial) y se dirigió al centro, situado a varios cientos de
metros. Un centro popular, bullicioso y ambientado como lo son en todas las
ciudades ruandesas o, mejor aún, todas las ciudades africanas.
Huye tenía fama de ser la ciudad universitaria más importante de Ruanda y -o porque sabía de esta característica o porque era palpable- si observó más ambiente joven que en otros lugares. Se acercó a la catedral, se veía inmensa a lo lejos, y se la encontró cerrada. Era la catedral católica, construida en memoria de la Princesa belga Astrid, en 1930, al parecer, muy querida entonces por los ruandeses. No cree que tanto ahora. En todo caso una gran catedral, con un cartel a la entrada “Diocese catholique de Butare”, muy bien construida, toda ella de ladrillo visto y con una gran extensión de jardines y explanada a la entrada.
Al
día siguiente, después de una tranquila noche de descanso, pretendía visitar
los alrededores de la ciudad, pero cuando, a primera hora de la mañana,
preguntó al recepcionista por esta posibilidad, le dijo que la ciudad estaba
paralizada en su actividad. Era 7 de abril, y todas las ciudades de Ruanda se
paraban para celebrar el 28 aniversario del genocidio ruandés (“Kwibuka 28. Kwibuka twiyubaika”, decían
los carteles en el idioma local, el kinyarwanda).
Para
cerciorarme de ello, salí del hotel y, como la tarde anterior, me dirigí esa
mañana al centro: vacío, solitario, cerrado... Las tiendas, el restaurante del
Motel du Mont Huye y el restaurante donde había comido el día anterior, cerrados.
Nadie en la calle. Se cruzó con dos patrullas policiales y, aunque le miraron,
no le impidieron pasear.
Recuerden, viajeros, el 7 de abril en Ruanda todo se paraliza. El presidente Kagame y la sociedad ruandesa celebran su día de recuerdo, su festividad nacional. La primera vez que el mochilero veía una ciudad africana silenciosa y vacía. La primera vez en vivir esa experiencia.
Huye pasará a ser, en el imaginario viajero, la ciudad más tranquila del territorio ruandés.
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