27 de abril de 2010

Una reflexión sobre la Esfinge

En la ladera de la suave atalaya donde resurgen las grandiosas pirámides, se yergue hermosa e imponente la Esfinge. A sus espaldas, Keops y Kefren parecen resguardarla de vientos y tormentas de arena del desierto, que comienza a sus puertas. Hace miles de años, la Esfinge miraba a la ribera del Nilo teñida de un oscuro verdor; en estos momentos viajeros, lo hacía sobre los arrabales cairotas.
Su rostro era hierático y reposado; estaba triste, seria, ávida y sosegada. Había dignidad en su extraño semblante, que parecía ascender de las profundidades, y en su faz una afabilidad que pocas veces adornó al género humano. Sin tocarla, no daba sensación de fría y parecía tener ideas suspicaces, quizás sublimes. Si alguna vez una imagen de piedra pensó, la Esfinge estaba pensando. ¿Soñaría?. Si el espíritu humano lo hace, ella también.
En su frente se intuía inteligencia y parecía transmisora de conocimientos e inventos antiguos. Miraba sin mirar; lloraba sin llorar. Miraba los milenios transcurridos y lloraba sin llorar por ellos. Pensaba en las terribles batallas de épocas pasadas, y oteaba con esperanza el nacimiento de nuevas naciones, aunque también con tristeza la caída de su propia civilización.
Era la representación de la vida, la pena, la alegría, el sufrimiento y el renacer.

Una mujer quiso besarla atraída por su bella quietud.
Copyright © By Blas F.Tomé 2010

22 de abril de 2010

No siguió los pasos de Obama


Los periódicos del pasado 11 de julio (2009) informaban de la estancia de Barack Obama en Ghana, más o menos en estos términos:
  • Obama visitará también hoy el Cape Coast Castle, una fortaleza construida durante la época del tráfico de esclavos hacia América, una visita de significado especial para el primer presidente afroamericano. Aunque Obama es hijo de un emigrante keniano, su esposa Michelle sí es descendiente de esclavos”.

De esta visita, los ghaneses han dejado la placa conmemorativa (ver fotografía) a la puerta de los calabozos (“Male Slave Dungeon”). Una terrible historia que todo el mundo imagina ocurrió allá abajo, en aquellos recintos oscuros, sin ventilación, que los descendientes de aquellos africanos enseñan ahora como una especie de catarsis nacional. No había luz aquel día y el tenue foco de una linterna entornaba la balanza hacia lo más tétrico.
En el interior, el guía cuando relataba aquella triste historia nunca hablaba de ‘portugueses, ingleses, belgas o alemanes’, o cualquier otro pueblo que se hubiera distinguido en su momento por su poderío en la esclavitud, sino de ‘europeos’, como evitando ofender con sus explicaciones, a veces cargadas de cierta inquina (normal) hacia colonialistas y explotadores. Detallaba una por una las tropelías cometidas por aquellos traficantes en los oscuros calabozos: el hacinamiento; los vómitos de los enfermos y sus heces evacuadas por un estrecho canalillo en el suelo; la falta de ventilación y, por consiguiente, de aire; el calor extremo; los olores nauseabundos; la encarnizada lucha por la supervivencia y un sinfín de detalles que hacían a los visitantes temblar en medio de la confusión.
Si Obama escuchó lo mismo que este viajero insatisfecho saldría de aquel infierno indignado.
Castillo de Cape Coast, construido originariamente por portugueses, sufrió varias ampliaciones y reconstrucciones por parte de los siguientes ocupantes, alemanes e ingleses.
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15 de abril de 2010

El 'cubaneo'

Hay una cosa que cree general, ha sufrido y observado este viajero insatisfecho en el visitante extranjero (en relación con los viajes a Cuba) que pretenda evitar el ‘turisteo’ de sol y playa que vende ‘fidel’ y ‘viajes marsans: el yuma [turista] harto del 'cubaneo' y cansado de los ‘extras’, no volverá a repetir este destino.
Y ¿qué es el 'cubaneo'?. Nadie mejor que este joven observador -que lo es- al que no conocía pero en quien observó buenas artes literarias para relatar esta lacra social, provocada por la falta de libertad del cubano, por el “como cobro poco, no trabajo y trapicheo” y por la escasez de recursos:

  • Cubaneo aglutina un amplio catálogo de prácticas, pero todas persiguen el mismo objetivo: tumbar el dinero del ingenuo yuma. Cubaneo es, por ejemplo, cuando contratas un taxi para una excursión de una jornada, el conductor te recomienda un lugar irrechazable para comer langosta y, sin consultarlo, se sienta a la mesa y pide otra que pagarás tú. Cubaneo también es cuando en un lugar exclusivo, como el Hotel Nacional en La Habana, el camarero, si no estas lo suficiente rápido para recuperar tu vuelta, se queda con ella y te descoloca diciendo: ‘Muchas gracias, señor’. O cuando llegas al aeropuerto y no hay ningún carro disponible porque los ‘privatizaron’ una tropa de buscavidas a los que pagarás, si no te quieres deslomar Terminal adelante….” (‘Cuba más allá de Fidel’, de Jorge Moreta).

El ingenio en el robo, la gracia en la sustracción y el afán necesario y enfermizo del cubano por ‘resolver’ (el verbo más popular) son la PESTE de lo -ahora- mal llamada revolución; el espejo donde debería mirar, y verse, ‘el revolucionario Fidel’, a quien el ansia de poder convirtió en personaje sin igual.

Fotografía.- Autobús "De Luxe" de la revolución.

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7 de abril de 2010

De lagos, esteras y atraques

El Lago Volta (Ghana) es el pantano más grande del mundo (8.502 km²), un embalse que surge tras la presa de Akosombo. Parece que la vida de los ghaneses circule y dependa de él. Hasta los atardeceres engrandecen y se adueñan de su poderío artificial, ahora ya cuasi-natural.
Pese a la importancia económica de la presa de Akosombo -además de generar electricidad, el lago permite la pesca- el proyecto recibió múltiples críticas por alterar (que los alteró) el ecosistema y las condiciones sociales. Las migraciones forzadas generaron el desarrollo de asentamientos precarios, aunque lo que este viajero insatisfecho vio desde el ferry era vida, en un largo viaje desde las inmediaciones del dique-presa hasta un pueblo llamado Yeji, al norte. Casi 30 horas de subida. La primera y larga noche la pasaba este mochilero durmiendo sobre una estera en lo alto de la cubierta (ver primera fotografía) y, durante el día, observaba la lenta navegación del ‘Yapei Queen’, ferry de carga que la gente de aquellos asentamientos y poblados orillados utilizaba como si de un autobús se tratase.
El ‘Yapei Queen’ transporta de todo: lugareños y sus pertenencias, camiones, coches, contenedores de pequeños plásticos de agua, sacos de picón, canastas con pescado seco, cestas y más cestas llenas de todo tipo de productos locales,… Realizó varias paradas a lo largo del día, y ya entrada la noche, en cada uno de los poblados de la ribera.
El atraque a las orillas era una lenta pero bella maniobra.



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