Insistentemente aparecían en el centro de los pequeños poblados o comunidades que iba dejando atrás, subido en un autobús-intermedio (ni demasiado bueno, ni demasiado cutre). Los veía rápido, de manera fugaz, pero despertaban curiosidad por su color verde brillante, chillón; sus extrañas hojas multiformes, y sus ramas rectas y orgullosas. Si el mochilero fuera dentro de una excursión organizada, seguro que el guía daría sentido religioso a esa planta, a su situación o, tal vez, a su misión protectora del poblado, con informaciones banales y engañabobos.
- Ejercen una fuerza sobre los malos espíritus del poblado, a los que expulsan perseguidos por su olor celestial- imagina podría ser uno de los comentarios supuestos.
Se encontraban casi siempre en el centro del círculo que conformaban las cabañas de tierra y paja, ocupando un lugar de privilegiado en la mayoría de los casos.
Como no llevaba un experto guía, el viajero insatisfecho se preguntaba “¿Qué tipo de planta será esa?”.
Un oportuno pinchazo a unos metros de una de esas pequeñas comunidades, le permitió sacar una fotografía. Mientras pulsaba botón de la cámara, sintió el denso olor a naturaleza, también el fino hedor que desprendían las cercanas cabañas, percibió el fuerte brillo de sus hojas erguidas y chillonas y apreció la variedad de objetos que se encontraban en su base.
Desde luego, lugar de reunión.
Intentó informarse y preguntó a las mujeres que salieron tímidas al encuentro.
No hablaban portugués. Ni con gestos lograron entenderse.
Mala suerte, se dijo.
- Ejercen una fuerza sobre los malos espíritus del poblado, a los que expulsan perseguidos por su olor celestial- imagina podría ser uno de los comentarios supuestos.
Se encontraban casi siempre en el centro del círculo que conformaban las cabañas de tierra y paja, ocupando un lugar de privilegiado en la mayoría de los casos.
Como no llevaba un experto guía, el viajero insatisfecho se preguntaba “¿Qué tipo de planta será esa?”.
Un oportuno pinchazo a unos metros de una de esas pequeñas comunidades, le permitió sacar una fotografía. Mientras pulsaba botón de la cámara, sintió el denso olor a naturaleza, también el fino hedor que desprendían las cercanas cabañas, percibió el fuerte brillo de sus hojas erguidas y chillonas y apreció la variedad de objetos que se encontraban en su base.
Desde luego, lugar de reunión.
Intentó informarse y preguntó a las mujeres que salieron tímidas al encuentro.
No hablaban portugués. Ni con gestos lograron entenderse.
Mala suerte, se dijo.
Ahora, la curiosidad le corroe al ver la fotografía.
Copyright © By BlasFT 2008