¿Les habrán
encontrado ya?.
Hace apenas dos años
quienes aparecen en la fotografía estaban perseguidos como verdaderos asesinos,
hombres temibles que se movían en el entramado mundo del tráfico de drogas en
aquella apartada zona de Panamá. La vecina Colombia y su frontera cuasi imposible, debido a la selva del Darién,
generaba este tipo de contrabandos. Este viajero
insatisfecho leyó, en algún medio, que desde Colombia se enviaban (y se
siguen enviando) los cargamentos de cocaína por mar hasta Panamá. Allí eran
almacenados y luego transportados por tierra a Costa Rica, de donde partían
hacia México para llegar al mercado norteamericano. Narcotraficantes estos
que arriesgaban sus vidas por el paso fronterizo en rápidas lanchas ‘fuera
borda’, actividad que mantenía en permanente estado de alerta-vigilancia
al ejército y fuerzas panameñas.
No era difícil
encontrar carteles de “Se buscan”, con fotografía incluida,
en el país. A este mochilero le recordaban las antiguas películas de vaqueros y
bandoleros salidas del cinematógrafo de los grandes directores hollywoodienses. Sorprendía la
contundencia del “Se buscan” y el despliegue de fuerza militar derivado de la orden. Nunca encontró ‘alias’ peligroso alguno durante su recorrido ni pudo
ejercitar el cívico impulso de denunciar aunque sí vió en el cartel una clara
advertencia sobre el moderado peligro en aquel determinado paraje local.
Yaviza,
última ciudad de Panamá en plena selva del Darién, era una pequeña
población fronteriza tomada por las fuerzas de seguridad. Según parece, se
esforzaban estas en adquirir equipamiento, en capacitar recursos humanos e
invertir en lanchas patrulleras y helicópteros para vigilar de manera eficiente
el vasto territorio costero, tanto atlántico como pacífico, muy propicio, por
otra parte, para múltiples escondites de droga.
Ante esta situación,
el cartel anunciador se convertía en un elemento útil a la vez que disuasorio
para esta mafia de difícil control. El de la fotografía se ubicaba en un árbol
al lado del puerto fluvial de Yaviza, a la vista del que lo
quisiera ver. Y ello era sencillo al apearse de la lancha, orillada en el lecho
del río, que traía también a las gentes de los poblados ‘emberá’ de los alrededores. Este mochilero se fijó aún más en aquel
árbol porque en su base un colorido y domesticado papagayo (o similar) hacía piruetas con
desgana sobre un hierro allí colocado.
“Se buscan”.
Copyright © By Blas F.Tomé 2013
Todavía quedan lugares, como el que nos traes, que recuerdan a ese salvajismo de las películas del Oeste con sus "reward". Así son los lugares en los que la presencia del humano no es lo más que puede, lugares que tienen algo extraño y marginal.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Hay que tener narices, Blas, pa meterse en esos fregaos de ¿moderado? peligro.
ResponderEliminarY hablando de peligro: casualmente esta mañana me acordaba de tí al leer en las redes quehoy se cumple el 13 aniversario del asesinato de Miguel Gil en una emboscada en Sierra Leona: ¿casualidad?
http://www.unav.es/nuestrotiempo/temas/miguel-gil-el-periodista-que-cambio-la-historia
Yo, pobre de mi, con este congelamiento neuronal, me decia como es que en Benin o Etiopia... escriben en castellano... Tan famosos nos hemos hecho con el exito de los recortes?
ResponderEliminarLuego, he leido que era en Panama.
Por lo que veo y leo ultimamente America Central se esta poniendo intransitable, o, quizas, se han decidido a a airearlo.
Mi Guatemala, mi paraiso, me dicen que es hoy en dia el dominio de las mafias casi al mismo nivel de El Salvador...
Besos
Hola querido insatisfecho. Hacía tiempo que no me pasaba por tu "casa", pero ya sabes que ahora ando de la ceca a la meca con mil cosas que no siempre tiene que ver con el periodismo puro y duro. De todas formas, no me olvido de ti ni de agradecerte tu constancia en la amistad y tus comentarios. Este lugar de Panamá lo desconozco, bueno todo Panamá, pero seguro que ti no te encontraba nadie allí si decidieras esconderte, por muchos "Se busca" que colgaran.
ResponderEliminarUn abrazo!
Me quedo con el papagayo y la hermosura del mismo. Ojalá algún día no fuera necesario publicar tales carteles, sería síntoma de que el ser humano habría adquirido cordura. Pero esto no es sino una utopía.
ResponderEliminarUn abrazo, viajero.