La
Plaza Metropolitana 24 de Septiembre —ocupaba una cuadra— era un simpático y bien
conservado espacio de jardines y árboles, pero atestado de palomas. Estas ‘ratas voladoras’ las encontraría luego
en todas las plazas metropolitanas de las ciudades visitadas, tanto en el norte
como en el sur de Bolivia. También, en Paraguay y Argentina. Parecía ser que
eran, y son, inevitables animales, con los que hay que convivir
obligatoriamente. Inundaban los paseos del recinto ajardinado y descendían como
rapiñas cuando observaban las migajas, echadas por algún insensato paseante.
En uno de los lados de la plaza cuadrada, estaba ubicada la Catedral Metropolitana o Basílica de San Lorenzo de Santa Cruz. La Casa de Gobierno, en otro de los lados, y el Club Social 24 de Septiembre, en uno más. Éste, y otros clubes sociales se convertían en lugares de almuerzos y cenas con precios asequibles para todos los que quisieran acercarse. Los utilizó en alguna ocasión sobre todo para cenas, después de pasar el día dando tumbos entre visitas y caminatas.
Este
amplio anillo central era bastante más tranquilo que el resto, a pesar de la abundante
actividad comercial; aunque también fuera del alcance de esos mercados
populosos, que encontraban ubicación en otra parte de la ciudad.
Una
mañana se acercó a visitar el Parque Lomas de Arena. Este parque, a
sólo unos 12 km. del centro de Santa Cruz, era uno de los lugares más visitados
en esta región, según decían algunos bloggers.
—No hagáis caso. Lo visité y estaba solitario en un paraje que más parecía de domingueros de Santa Cruz, y bastante abandonado —dice el viajero insatisfecho.
Desde la ciudad, el bus 21 le llevó a la entrada, pero luego era necesario recorrer unos diez o doce kilómetros hasta las dunas. Desconocía esa información cuando apareció por allí. Un motorista avispado acudió en su auxilio y se ofreció a acercarle.
Un breve regateo y accedió a utilizar sus servicios.
Era curioso encontrar, a tan poca distancia, un paisaje
que incluía dunas de arena de más de doce metros, lagunas casi secas y bosques.
Lo hizo por libre, huyendo de las supuestas excursiones o tours, aunque cree
que, o era temporada baja, o domingueros
y aventureros habían dejado de acudir.
Pilar P.
ResponderEliminarNada más ver la primera foto de la plaza (con las sus palomas), me ha recordado enseguida a tantas imágenes de muchas ciudades latinoamericanas que hemos visto alguna vez por cualquier pantalla de estas que nos acercan a cualquier ciudad o país, y que me parecen casi todas iguales, hasta las palomas. Como bien dices, siempre hay insensatos que siguen dándolas de comer.
Ufff, qué olorcito tan rancio percibirse... Todo ese 'bouquet', esa fragancia junta, sería una magnífica colonia para regalar (por estas fechas tan señaladas) a algunas personas...
Me has hecho reír con lo de salir zumbando de allí, la situación, e invasores, no era para menos. Jajaja...
Besotes.
Buenos recuerdos me traes de la "reina" de Bolivia, o emperatriz habría que decir...
ResponderEliminarA esas dunas no fui, pero el jardín botánico tan cacareado está en el fin del mundo y para volver toda una odisea.
Me llama la atención, Blas, esa disposición en anillos de la ciudad de Santa Cruz. He buscado información porque quería saber si esa disposición es consecuencia de la decisión de uno de sus fundadores (Nuflo de Chaves u otros) o ha sido producto de un crecimiento "orgánico" de la ciudad.
ResponderEliminarEs difícil encontrar la respuesta, porque veo que la ciudad ha tenido varios emplazamientos y, por lo que veo, con el crecimiento moderno, lo único que se ha hecho es añadir anillos.
En cuanto a la catedral, qué quieres que te diga: te molestaría si te digo que me parece fea?
Me gustan más las dunas, pero la próxima vez echa en tu mochila una crema para espantar a los "bichos".
Un abrazo y... saludos para tus "anónimas" Pilar y LLama Rosa