8 de abril de 2012

Algo muy distinto a las cataratas del Nilo Azul

Paco Nadal le avisaba con su peculiar estilo en uno de sus comentarios: “Si vas a las cataratas del Nilo Azul, pregunta a qué hora sueltan el agua, porque se te cae el alma a los pies cuando las ves secas por culpa de la presa hidroeléctrica”. ¡Gracias, Paco!, pero este mequetrefe había estado allí el día anterior. Tu sabia sugerencia llegaría unas horas tarde. Algo, no obstante, había oído ya el viajero insatisfecho pero las ganas de estar en el sitio habían silenciado aquellos ecos agoreros.
Aquel día, por la mañana temprano, se encaminó a la ‘Bus station’ de Bahar Dar, ciudad a orillas del lago Tana, y esperó con paciencia a que el autobús adquiriera tono africano, es decir, enlatado, atiborrado de gente local. En la paciente espera, un viejo indigente negro y barbudo se paseó de principio a fin por el autobús tosiendo y doblándose como voraz tuberculoso. Creyó lo fuera. Todo el pasaje, entre protestas e improperios, se tapó sus bocas y narices con pañuelos y brazos, mientras este mochilero se cubría con su mascarilla ‘Michael Jackson’.
Despues de más una hora de trayecto, Tis Isat (así se llamaba el poblado cercano a las cataratas) le recibió en medio de un bullicioso mercado. Espectacular gentío que se olvidaba del recién llegado turista/viajero y dedicaba su empeño a menesteres de subsistencia. Más de una hora de caminata le esperaba hasta divisar las cataratas del Nilo Azul en toda su amplitud.
¡Qué chocante veía a aquellas mujeres que se cruzaba con sus vestidos tribales portando enseres hacia el mercado de Tis Isat!.
No veía sufrimiento ni trabajo, veía vida.

Cuando ya en ruta cruzó el puente portugués (primera fotografía), que recordaba de fotografías atestado de agua pero encontró seco, los malos augurios, alertas y premoniciones comenzaron a adquirir visos de realidad. Antes de visualizar tamaña sorpresa, por otra parte esperada, tuvo tiempo de ver un simpático salto de agua (segunda fotografía); cruzar al lado de varias cabañas de labriegos con sus ‘tortas de excrementos vacunos/boñigas’ a la entrada; sufrir el sofocante calor en subidas y bajadas y respirar de vez en cuando pero con pasión el sano aire del lugar.
Luego, la decepción final. Un escasísimo chorro de agua saltaba al vacío formando pequeñas cabriolas de nada en particular.
¡Cómo se pensaba encontrar las cataratas (tercera fotografía) y cómo se las encontró (cuarta fotografía)!.


Su ilusión se hundió.
Su cerebro se vació.


Copyright © By Blas F.Tomé 2012

9 comentarios:

  1. ¡Ché, nano! Que te diría un valenciano. Menuda putada. Creo que, en tu lugar, no habría podido resistir la tentación de quedarme por allí unos días a esperar a ver la catarata de la tercera fotografía, aunque ello supusiera el quedarme sin ver alguna que otra cosa prevista en el plan del viaje.
    Sin embargo, parece que la insatisfacción les da alas a tus dedos porque nos regalas un post africano de los mejorcitos con la descripción del autobús, con la vida del mercado (no pongo foto, señores, imagínensela ustedes). Y lo que más me ha conmovido: no veía trabajo ni sufrimiento, veía vida…
    Con la ilusión hundida y el cerebro vacío (ja) tu Nilo Azul tiene también una gran belleza.
    Besos, Tigre-insatisfecho, una vez más.

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  2. Creo que esta "historia de una decepción" da en el clavo de lo que es, puede ser y dejar de ser un viaje, o sea, que viajamos por viajar, que para ver exhuberancias aseguradas o colores concretos ya tenemos la televisión o los parques temáticos. El viaje es otra cosa, siempre maravillosa, aunque no necesariamente feliz.

    Gracias y saludos.

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  3. Un verdadero placer poder visitarte en tu blog.
    Como siempre, presentas tu particular forma de "vivir" cada viaje como una verdadera experiencia !

    Un gran saludo
    Mark de Zabaleta

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  4. Ché nano!!!
    Pues sí puede ser una pequeña desilusión ver el chorrito de agua, pero como dice Transindependiente ,para reportajes a todo color y HD tenemos los documentales. Pero la experiencia y vivencia de llegar hasta allí no nos lo cuentan los mismos, y muchas veces tiene mas valor que la propia atracción, y queda claramente compensado.

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  5. Ayer se me borro el comentario.
    Esto parece "la cronica de una muerte anunciada", esta vez la de LAS AGUAS.
    Comparto, amigo Blas, tu rabia... es que siempre hay que escuchar a los amigo sinceros (nuestro Paco Nadal).
    Pues no dicen que esta mas que comprobado que la represas y pantanos no aportan, a la larga beneficios a esta tierra doliente?
    Mientras tanto, alguien gana dinero!
    Y que conste que no estoy de acuerdo con "eso de los reportajes a todo color".
    Yo, algunos sitios quier, espero encontrarmelos en su pristina belleza, con toda su fuerza.
    Besos hasta Leon (de vacaciones)

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  6. Blas, de nuevo, me hubiese quedado como tu mochila azul..., allí parada contemplando las "ruinas del chorrillo".
    E imaginando tu cara, con la misma desilusión... ¡Menudo contraste entre unas "aguas" y "otras"!.

    Esa mirada del viajero quedaría "vacía", pero no así este bien explicado post, con ese gran torrente de sensaciones africanas que, como siempre, nos transmites, BlasFTomé!
    Nos dejas sentir ese "calor africano", que sale por tus poros...
    Imagino que estarás de vuelta a tu "terruño", así que un fuerte abrazo, "insatisfecho".
    Pilar

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  7. La verdad es que la decepción debió ser grande -si tenemos en cuenta la 3ª y 4ª foto). Pero no te preocupes, Blas: unas veces se gana y otras no. Espero que otras salidas te compensen este chasco anunciado. un abrazo: emilio

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  8. Madre mía, qué diferencia! No me extraña tu decepción. Lástima...pero todo cambia en nombre del progreso.
    Cuando estuve todavía no habían construido la presa.
    Ya sabes, no importa la meta sino el camino, y Bahar Dar, el lago Tana y el resto de Etiopía seguro que subieron tu ilusión. Besazos.

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  9. Desde luego, la decepción tuvo que ser grande. La última imagen muestra una preciosidad de cataratas que no tienen que envidiar nada a otras más conocidas. A la siguiente irá la vencida, digo yo.
    Un abrazo, Blasviajero.

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