Había un objetivo claro en este viaje a Perú: hacer una bajada por el río Ucayali hasta su encuentro con el río Marañón (cuando los dos anteriores ríos se juntan, el curso unitario pasa a llamarse Amazonas), cerca de Iquitos. Desde allí, navegar ya por el río Amazonas hasta su desembocadura, en Belém, o al menos, hasta la ciudad de Manaos.
No
pudo ser. Las fronteras terrestres estaban cerradas debido al Covid-19, vulgarmente llamado pandemia.
Pero, el viajero insatisfecho comenzará por el principio.
Llegó
un buen día a Pucallpa, destino final para tomar el barco por el río Ucayali.
Una gran ciudad, Pucallpa. Los alrededores daban sensación de riqueza, con
variedad de productos en su suelo: cacao, yuca, caña de azúcar, pero también
el comercio, la industria maderera y el turismo. Pucallpa era, además, un
importante puerto fluvial que, a través del río Ucayali, se comunicaba con la
otra gran ciudad de la Amazonia peruana, Iquitos, y con Leticia, ciudad colombiana
situada en la Triple frontera entre Perú, Colombia y Brasil. A través del río
se trasladaban comerciantes, mercadería, lugareños y animales en grandes
barcazas donde la gente, durante el trayecto, descansaba tranquilamente en hamacas, que los propios lugareños
llevaban como equipaje. Así, de esta manera aparentemente tranquila, se transitaba
por el Ucayali, por el Marañón o por el Amazonas.
Pucallpa tenía, por tanto, una salida por río, una carretera que atravesaba los Andes peruanos y la comunicaba con Lima y el resto del país, y un aeropuerto que, sin ser internacional, tenía bastante actividad debido, en especial, a la situación geográfica de la ciudad.
Pasó
unos días visitando la ciudad y la zona. Visitó la laguna de Yarinacocha e,
incluso, desde allí, alquiló un motocarro y salió a recorrer los alrededores
campestres de Pucallpa. El joven conductor del motocarro, le acercó a una
localidad llamada San Francisco, en la que vivían gentes del grupo étnico shipibo, con idioma propio y
peculiaridades como pueblo indígena que es. Y de ello se enorgullecían. Un grupo
de niños se empeñaron en cantar el himno en su idioma local (no entendió nada).
Los shipibos vivían por lo menos en
150 pequeñas comunidades a lo largo del río Ucayali, sus afluentes y en las lagunas de
meandro, como la de Yarinacocha. En esta población de los shipibos, San Francisco, además de su gran mercado de artesanías, observó las fachadas
de las casas pintadas con figuras geométricas que tenían, según pudo saber, un
valor de protección familiar. La iglesia del poblado también tenía decorada su fachada
con dibujos geométricos de difícil interpretación.
Otra jornada, se acercó al salto de agua Velo de la novia, muy alejado de Pucallpa, y realizó otras actividades, hasta que se embarcó rumbo a Iquitos. Luego, se arrepentiría de no haber realizado paradas en alguna de las poblaciones intermedias, como Contamana, Orellana o Requena.
Pero así son los viajes: aciertos y arrepentimientos.
Copyright © By Blas F.Tomé 2022
2 comentarios:
Es la primera vez, Blas, que tengo noticia del rio Ucayali. El rio Marañón e Iquitos sí me suenan más. No por viajes o por amigos que hayan viajado por allí, sino a través de las primeras novelas de Vargas LLosa como La casa verde(cuando todavía no se había pasado al PP o similar).
El objetivo de tu viaje me parece muy ambicioso...para los tiempos de pandemia que corren e incluso para tiempos normales: Si no estoy equivocado, la distancia entre Iquitos y Manaos son unos 1500 kilómetros: ¿Cuánto tiempo (y recursos) hubieras necesitado para cubrir esa distancia en una barcaza?
Me resultan curiosas: la situación de Leticia como triple frontera, las pinturas geométricas y que el personal tenga que llevar su propia hamaca para descansar. Y la estupenda foto del velo de la novia. Se te ve fuerte!
Un abrazo
Querido V(B)iajero Incansable (además de Insatisfecho) como te he comentado en alguna ocasión, en tus viajes (por este blog), me siento como si fuese en esa mochila azul tuya..., así que en paisajes como estos de "arriba las manos", y vídeo..., sácame fuera para disfrutarlos más de cerca ;-)))
Más tarde lo veré en el ordenador para fijarme más en detalles...
Tiene que ser precioso todo ese entorno...
Y ya nos contarás, esa sensación que tiene que dar viajar en hamaca, meciéndose cual ''moisés'...
Besosssss
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