
Al atravesar con respeto las calles laterales a la estación Victoria, el espectáculo era impresionante, pero por lo mísero. Allí, en la soledad y el ruido

En aquellos momentos, algunos desentumecían ya sus músculos después de haber descansado en el duro cemento o asfalto. El mochilero caminaba con prisas, como huyendo con su pesada mochila al hombro.
¿Miedo?. No, tal vez desidia. Porque ver niños tirados como desperdicios en la acera da desidia, e impotencia.
Llevaba su cámara en la mano.
Pudo sacar unas fotografías.
Nada más.
¿Miedo?. No, tal vez desidia, y vergüenza.
Copyright © By Blas F. Tomé 2009