Se
levantó en Malanje pronto y tomó un candongueiro
-como llamaban los angoleños a lo que en otros lugares africanos apodaban matatus- hacia la población de Cacuso,
desde donde se podía desviar a Pungo Andongo y, también, a Kalandula.
Uno, tomando un camino hacia la izquierda, y otro, a la derecha. ¿Qué mejor que
ir de paquete en una moto?, se dijo al llegar a la población de Cacuso. Como sabía
que había una distancia de unos cuarenta kilómetros, tenía que
sopesar si el precio de la moto era o no abusivo y asequible. Y, no, para nada
resultaba abusivo.
Pungo Andongo eran unos bloques montañosos de piedra que se erguían solitarios, algunos unos doscientos metros de altura respecto a la sabana circundante. Según la información entresacada del libro-guía, estas rocas constituían un misterio geológico pues parecían fuera de lugar en relación con el entorno. Era también un lugar de mitos y leyendas, y había servido de capital en el antiguo reino Ndongo. Además, desde los antiguos tiempos de la reina Ginga (famosa reina ndongo) había sido un punto estratégico: presidio durante años de la colonización portuguesa y, también, campo de batalla entre las fuerzas de la UNITA y el MPLA. Llegó hasta allí en la moto alquilada después de atravesar zonas inhóspitas llenas de arbustos, campos de caña de azúcar y varios poblados típicos angoleños y, junto con el motorista, subió a uno de los montículos desde donde se divisaba la grandiosidad de estas formaciones rocosas. Sobretodo el sol, pero también una pequeña brisa, acompañaron al viajero insatisfecho en aquellas alturas, y la soledad de la ruta y la naturaleza virgen que la envolvía, eran buenos estímulos para el gozo personal, aunque temporal.
Si
bien era domingo, y temía por el volumen de turistas (luego, estaría casi
solitario), después de visitar aquella zona de rocas decidió acercarse en el
mismo transporte a las cataratas de Kalandula. Había una
buena carretera entre Cacuso y Kalandula lo que facilitó que el tiempo de trayecto
no fuera exagerado. No obstante, tenía toda la tarde por delante y la distancia
eran unos cincuenta kilómetros. Una sentada de una hora en la moto, con el culo
dolorido, sería el resumen del recorrido. Bueno, también las escenas habituales
del secado de mandioca en los arcenes y las extensiones del verde que rodeaban
los bordes de la carretera. Hierbas altas, de más de dos metros, que impedían
la visión de todo lo que circundaba.
La vista de las cataratas fue algo llamativo y colorista. Se llegaba a la parte alta, donde se iniciaba el salto, y desde un mirador construido ad hoc se observaba toda la caída del agua en su conjunto. De una altura de 105 metros y una anchura de 400, la ancha cascada conformaba una escena espectacular. El sonido del agua y el arco iris que se formaba en conjunción con el sol imperante eran dignos de un bello recuerdo. La bajada al pie de las cataratas se realizaba por una senda resbaladiza y complicada. Optó por dejar esta experiencia para otra ocasión debido a sus problemas de rodilla y a la posibilidad de un resbalón nada recomendable. Además, se podía uno acercar al borde mismo del salto, con el peligro que ello conllevaba, aunque varias señales recomendaban no hacerlo.
Eran imponentes las cataratas de Kalandula, la imagen turística de Angola, naturales, bellas e intimistas en su disfrute. Recordó que el pantallazo de bienvenida que aparecía en las televisiones del avión de la compañía bandera angoleña, TAAG, que le había llevado al país, era de esas cataratas.
Copyright © By Blas F.Tomé 2023
Bellas, sí! Desconocidas para mí.
ResponderEliminarMe alegro que se te vaya recomponiendo la rodilla y puedas seguir alimentando nuestros sueños africanos.
Bueno Blas, te veo disfrutón. Has podido contemplar las cataratas a tus anchas, sin ese turismo masivo que en
ResponderEliminartantas ocasiones fastidia. Me alegro de que en esta ocasión decidieras no bajar a pie. Hubiera sido una temeridad...
Un abrazo
No sé si hace falta decir que el coment anterior es mío. No sé por qué ha salido anónimo.
EliminarPd. para Pilar: hoy no te gasto ninguna broma. No me gustaría enfadar al sr. Tigre...
Candongueiro'.... Me ha llamado mucho la atención la palabra que usan allí en lugar de 'matatu'. Te diría que me suena a gallego. Quizá, entre otras palabras, por eso de las 'Tanxugueiras' ...
ResponderEliminarLas cataratas son impresionantes y rematadas por ese arco iris ya ni hablamos... Guauuuu!!
Qué temeridad los que se acercan tanto al borde de ellas. Ya sólo el ruido tiene que 'echarte hacia atrás', pero bueno, ya sabemos, hay de todo y en todos lados.
Garbosos pasos llevaban las niñas de las fotos que parece que te miraban con cierto recelo, ¿no?
Viajero-motero, espero que tu rodilla esté ya en perfectas condiciones, pero no para hacer imprudencias que las cosas de huesos (como los virus) son latosas.
Besotes.
Anónimo (Emilio):
Creo que si no hay 'chascarrillo' lo echará de menos. 😊
dan unas ganas enorme de ir. Leyendo estos simpáticos e interesante posts. Gracias por dar luz viajera a un lugar " oscuro", desconocido.
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