Cartel indicativo y copia gigante del 'Beato de Escalada'
El mochilero leonés
no sabe, a ciencia cierta, por qué a sus paisanos de San Miguel de Escalada
(León) les llaman por los alrededores ‘raposos’. Debe de ser una cuestión
antigua -de antes de la unión entre San Miguel y las casas
de Valdabasta para formar hace muchos años el citado pueblo- aunque si
un veterano conocedor de aquellas gentes les observara pensativo podría
perfectamente concluir que son un poco astutos, extraños y taimados, igual como
se mostrarían los zorros en sus correrías.
Simpático y cariñoso
apodo. Cada uno puede tener lo que aparenta.
Así, San
Miguel de Escalada es un pueblo (aletargado, ahora) alargado, orientado
poco a poco, casa a casa, hacia aquella permanente unión de dos pequeñas
poblaciones. El nombre no sería nada de no poseer a un extremo del pueblo, en
pequeño y encajonado valle, un monasterio mozárabe del siglo X del que
únicamente se conserva la iglesia, cuidada y mimada solo de vez en cuando. Las
fotografías así lo constatan.
Años atrás, olvidada.
Y allí se dirige cada
año, la gran mayoría de los veranos, el viajero
insatisfecho a enrocarse en el buen vivir, las cervezas y las, a veces,
estúpidas charlas de reencuentro y anécdotas. De este apartado sitio leonés se
destaca el monasterio, del que sus gentes están orgullosos, además y ahora,
inmersos en el MC Aniversario de su construcción (año 913).
Las características
artísticas y descripción documentada, por ejemplo, en Wikipedia, y en otras muchas informaciones accesibles.
Para qué detallar aquí.
Vista del pórtico, con arcos de herradura mozárabes. La torre, ampliación románica
Ventana de dos arcos de herradura labrados en una sola pieza.
Vista del pórtico, con arcos de herradura.
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