Una de las prácticas, sobre todo
en el sur de Etiopía, era
abusar de la carne cruda. La primera vez que presenció este viajero
insatisfecho la ingesta de este tipo de carne fue en Arba Minch, y su primera impresión
fue desagradable, alcanzando casi la repugnancia. Luego se habituó, aunque
nunca llegaría a probarla. La semana que estuvo por la zona, observó varios
desayunos, de media mañana, de gente local en los que únicamente se tomaba
carne cruda de vacuno o cabrío. Reseñaría solo la naturalidad con que aquellos
jóvenes etíopes de Jinka, poblado situado al sur, troceaban y masticaban tan ‘suculento magro’ y ‘apetitosa
grasaza’.
Este país africano disponía de
escasos mataderos en los que el control de la carne fuera eficaz y era preciso
desconfiar.
Si probó el kitfo, plato tradicional muy presente en la gastronomía de etíope,
consistente en carne de ternera cruda picada, pero calentada (vuelta y vuelta)
y marinada con gran variedad de especias.
La base de ambos platos, y de casi todos, era la injera. Especie de pan plano muy fino,
parecido a una crêpe, que tenía un
sabor agrio, tirando a ácido, muy característico y especial. Se realizaba con
la harina de teff, un cereal local
muy difícil de encontrar fuera de Etiopía.
Sobre esta base se ponían el resto de los alimentos. Pellizcando con la mano izquierda aquella pasta, los trozos se usaban para comer a modo de cuchara.
Copyright © By Blas F.Tomé 2012