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23 de julio de 2022

Huye / 28 aniversario del genocidio ruandés


Centro de Huye / 10, 00 horas, 7 de abril
 
Cuando el viajero insatisfecho llegó a Huye (anteriormente, Butare) hacía un espléndido día de abril. Recomendado por la guía Bradt, Emmaus Hostel parecía una buena opción de descanso. Desde la estación, alquiló un moto-taxi para llegar y tomar una habitación. Sin duda un buen lugar que recomienda a todos los que se acerquen por esta ciudad.

Dejó los bártulos en una sencilla pero bonita habitación (el hotel estaba en una tranquila zona residencial) y se dirigió al centro, situado a varios cientos de metros. Un centro popular, bullicioso y ambientado como lo son en todas las ciudades ruandesas o, mejor aún, todas las ciudades africanas.

Huye tenía fama de ser la ciudad universitaria más importante de Ruanda y -o porque sabía de esta característica o porque era palpable- si observó más ambiente joven que en otros lugares. Se acercó a la catedral, se veía inmensa a lo lejos, y se la encontró cerrada. Era la catedral católica, construida en memoria de la Princesa belga Astrid, en 1930, al parecer, muy querida entonces por los ruandeses. No cree que tanto ahora. En todo caso una gran catedral, con un cartel a la entrada “Diocese catholique de Butare”, muy bien construida, toda ella de ladrillo visto y con una gran extensión de jardines y explanada a la entrada.


Catedral católica de Huye / Butare

Al día siguiente, después de una tranquila noche de descanso, pretendía visitar los alrededores de la ciudad, pero cuando, a primera hora de la mañana, preguntó al recepcionista por esta posibilidad, le dijo que la ciudad estaba paralizada en su actividad. Era 7 de abril, y todas las ciudades de Ruanda se paraban para celebrar el 28 aniversario del genocidio ruandés (“Kwibuka 28. Kwibuka twiyubaika”, decían los carteles en el idioma local, el kinyarwanda).

Para cerciorarme de ello, salí del hotel y, como la tarde anterior, me dirigí esa mañana al centro: vacío, solitario, cerrado... Las tiendas, el restaurante del Motel du Mont Huye y el restaurante donde había comido el día anterior, cerrados. Nadie en la calle. Se cruzó con dos patrullas policiales y, aunque le miraron, no le impidieron pasear.

Recuerden, viajeros, el 7 de abril en Ruanda todo se paraliza. El presidente Kagame y la sociedad ruandesa celebran su día de recuerdo, su festividad nacional. La primera vez que el mochilero veía una ciudad africana silenciosa y vacía. La primera vez en vivir esa experiencia.

Huye pasará a ser, en el imaginario viajero, la ciudad más tranquila del territorio ruandés.


Cartel que anunciaba el 28 aniversario

 Copyright © By Blas F.Tomé 2022 

5 de abril de 2022

Bisesero, Sitio memorial del genocidio / Ruanda

Murambi, Kigali, Kibuye, Birogo, Hanika, Ruharambuga, Bushenge, Giheke, Bisesero o Gashonga son algunos nombres de Sitios de memoria del Genocidio, repartidos por todo el territorio ruandés. Éstos y otros muchos, casi cada pueblo tiene uno. Creed al viajero insatisfecho que todos eran justificados, tenían su explicación, motivo y verdad. Visitó varios en sus locos paseos sin rumbo por el país y, si bien, todos diferentes en su arquitectura y diseño, a la vez, todos iguales en su mensaje de unión del pueblo ruandés. De encuentro entre ciudadanos, aunque también de recuerdo, sin olvido, de unos hechos que no deberían volver a ocurrir. Aunque la realidad podía ser distinta y las buenas intenciones de unión de la sociedad ruandesa en general, se podían ver enturbiadas por recelos personales. El motorista que le llevaba durante uno de los recorridos, afirmaba: “Mi padre murió a manos de los hutus. Debo olvidar?. No, no voy a olvidar”.

Visitó, en especial, Bisesero que fue muy representativo en aquel genocidio atroz. Detallará lo ocurrido en él, como ejemplo, pero cada uno de los memoriales tenía su historia de horror opaco, turbio o violento.


Plano general de Bisesero

Los habitantes de esta región, los “abasesero”, tenían la reputación de ser pastores tutsis, dotados de una fuerte resistencia para defender sus rebaños de los ataques. En los sucesos de 1959, y luego de 1962 (posteriores a la independencia), su capacidad de defensa les habría evitado la violencia sufrida por otros tutsis en Ruanda. La historia de esta región era conocida, pues, por el resto de los habitantes. En 1994, sobre la base de esta reputación, los tutsis de Bisesero se convirtieron en punto de reunión para resistir el genocidio.

De hecho, desde los primeros días después del derribo del avión del presidente -hutu- Juvenal Habyarimana (7 de abril) -según parece, origen de la persecución y genocidio- los tutsis de Bisesero fueron atacados por los milicianos interahamwe (radicales hutus), como en la mayoría de las regiones ruandesas. La resistencia en el lugar se organizó rápido, poco después, desde el 10 de abril de 1994. Ante los desconcertantes episodios de violencia, y la indecisión de algunos, los interahamwe pidieron al resto de hutus que se definieran y tomaran bando si tenían dudas sobre la justa persecución emprendida contra los tutsis. La población se dividió, y los tutsis y hutus moderados se reagruparon en puntos considerados más estratégicos. Cuando en las comunas vecinas comenzaron las masacres, otros tutsis de los alrededores acudieron en masa a Bisesero. Ante tal concentración, las autoridades ruandesas planearon pronto un gran ataque contra los tutsis allí refugiados. Además de los miembros (hutus) de la guardia presidencial y de las Fuerzas Armadas de Ruanda, en esta operación de limpieza participaron milicianos de otras regiones. Iban bien armados, mientras los tutsis de Bisesero contaban para la defensa únicamente con cuchillos, machetes y utensilios de labranza. Según las informaciones que se manejaron, después de insistentes ataques con armas de fuego, de cincuenta mil, los combatientes de la resistencia tutsi en Bisesero se redujeron a dos mil en poco más de un mes, cuando llegaron los soldados franceses de la Operación Turquesa.

El Memorial era sencillo, pero simbólico. Estaba formado por un serpenteante camino de cemento y piedra, todo él cubierto a prueba de chaparrones, empinado hacia la cima del monte donde estaba la tumba conjunta de casi todos los que allí murieron, menos unos cuantos cientos o miles que reposaban en tres edificios construidos, como interrumpiendo el paso en la vereda de subida. Allí, en los tres, se exponían a la vista cráneos y huesos en varias urnas acristaladas.

Durante la ascensión, entre el abre y cierra puertas (por prevención ante los monos) el guía le relató la historia ya referida. Insistió varias veces en el desigual armamento y en el heroísmo de los allí refugiados y perseguidos. 

Una sobrecogedora visita, en un paraje alejado de todo, en plena naturaleza y perdido entre lomas. No había nada más que unas humildes casas a unos cientos de metros de dicho monumento. Lo demás eran montes de eucaliptos, laderas con maleza y otras cultivadas. 

Llegó allí ‘de paquete’ en una moto, después de transitar por caminos pedregosos y riscos, y hacer un recorrido de curioso a varias plantaciones de té.


Copyright © By Blas F.Tomé 2022