Ernest Hemingway fue, sin duda, un gran escritor, un justo Premio Nobel de Literatura,
pero a veces llegó a ser un poco siniestro, o representó ser un poco engreído.
A este viajero insatisfecho ciertos
libros, de este amante de las corridas de toros, no le gustan. Sus vivencias en
África tampoco le gustan, eran crueles como debió ser la época en la que vivió,
rodeado siempre de una brutalidad más bien buscada.
Dudó
a la hora de comprar el libro “Verdes
colinas de África” pues se temía lo peor y, leídas unas páginas, confirma
lo se temía: su desvarío mental (el de Hemingway), teñido de cierta prepotencia e indignidad
interior que le llevó donde tenía que llevarle. Un final trágico merecido y,
hasta cierto punto, deseable.
¡Que
le den!.
No
le gusta hacer afirmaciones sin justificar su pensamiento y aquí deja un
fragmento nimio de lo que escribe en este libro africano que podría haber sido
un ejemplo de magnetismo hacia un continente maltratado. Hasta en los animales
que él cazaba impone esa falta de empatía que le llevaría a la estupidez, al
suicidio.
“A […] le resultaba divertido ver a una hiena
abatida a poca distancia. Estaba el cómico impacto de la bala y la agitada
sorpresa de la hiena al encontrar la muerte dentro de su cuerpo. Era más
divertido ver a una hiena alcanzada desde una gran distancia, en el calor
reverberante de la planicie, verla retroceder, verla iniciar ese frenético
círculo, ver esa velocidad eléctrica que significaba que estaba corriendo
contra esa pequeña muerte niquelada que había en su interior. Pero el mejor
chiste de todos, el que hacía a […] agitar las manos delante de la cara,
apartar la mirada y sacudir la cabeza y reír, avergonzando incluso a la hiena,
la culminación del humor hiénico, era la hiena, la clásica hiena, que, al
recibir la bala demasiado atrás mientras corría, se ponía a dar círculos
enloquecidos, mordiéndose y desgarrándose a sí misma hasta que se sacaba los
intestinos, y ahí se quedaba, expulsándolos de una sacudida y comiéndoselos con
fruición”.
¿Por
qué personajes tan dañinos para África han tenido que pisar sus campos, sus tierras,
sus selvas y tupidas sabanas, y sus ‘verdes
colinas’?.
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