Roca del León / Sigiriya
Antes de aterrizar en Sri Lanka no conocía nada de Sigiriya, solo unas fotos y alguna breve referencia, pero nada especial y, probablemente, la roca de Sigiriya –conocida por otros como la roca del León- era la imagen más espectacular de Sri Lanka, un icono del país. Posiblemente, uno de los lugares más visitados de esta isla, aunque también el más caro. La entrada de 30 dólares (unas 3.900 rupias), a juicio de este mochilero, era excesiva. Una vez pagados y visitado el lugar se replanteó si mereció la pena. Mereció la pena, sí, pero como viajero insatisfecho lanza desde aquí su protesta de indignación. Ser extranjero en Sri Lanka era penalizado -a veces, solo a veces- en euros o en dólares.
Inició la ascensión temprano, uno
de los primeros en aquella jornada. Trataba así de aprovechar al máximo el mínimo
frescor de la mañana y evitar el solazo que podría ser mortal. Las paredes de
la roca del León eran casi verticales hasta la cumbre, más o menos llana y que
contenía ruinas de una civilización antigua que -según decía el libro/guía- “en su día fue el epicentro del efímero reino
de Kassapa”.
Una de las garras del León
Para llegar a pisar la cumbre había
que ascender una serie de escaleras, algunas de ellas producían en el viajero
cierto repelús, pegadas a las
escarpadas paredes. En la ascensión se podían ver algunas cosas de las más
espectaculares: los frescos o pinturas rupestres y unas zarpas de león talladas
en roca, con una entrada y ascendentes escaleras entre ambas zarpas. De ahí el
nombre que se le otorga a veces: la roca del León. Todo el complejo visitable,
además, contaba con unos jardines medio destrozados, en algún sitio leyó que
eran los jardines más antiguos de todo Asia.
Apsaras o concubinas del rey Kassapa
Hará una mención especial a los frescos o
pinturas en la roca. Ubicadas en una especie de nicho a media subida, eran unas
pinturas de mujeres de estrecha cintura y voluminosos pechos redondos, dignos
de la mejor cirugía estética moderna [Para sí los hubiera querido la mismísima preysler]. Se suponía que representaban apsaras (ninfas celestiales) o a las
concubinas del rey Kassapa.
Ante tanta belleza, las teorías se disparaban y había quienes pensaban, llevándolo a su terreno, que estos dibujos representaban a Tara, una de las figuras más importantes del budismo tántrico. Serán verdad todas las teorías, aunque lo realmente cierto era que sus redondeces sugerían y producían admiración.
Ante tanta belleza, las teorías se disparaban y había quienes pensaban, llevándolo a su terreno, que estos dibujos representaban a Tara, una de las figuras más importantes del budismo tántrico. Serán verdad todas las teorías, aunque lo realmente cierto era que sus redondeces sugerían y producían admiración.
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