Siguiente parada: Masvingo. Una ciudad nada especial, nada notable y menos reseñable como algo interesante, pero cerca de esta ciudad estaba ubicado Gran Zimbabue, declarado monumento nacional en el país. Masvingo era un lugar ideal para hacer noche y visitar al día siguiente el complejo antiguo. Carecía de variedad de hoteles baratos y la oferta en general no era muy atractiva, pero.... no había otra cosa. O lo tomabas o lo dejabas. Al menos era una ciudad pequeña y “manejable”. Tenía, como única atracción, un jardín céntrico con varias máquinas antiguas, expuestas como verdaderas joyas esculturales y decorativas: una antigua máquina de tren y utensilios tradicionales de labranza y cultivo, algunos ya bastante deteriorados.
El
viajero insatisfecho se hospedó en Backpackerst Rest, una de las opciones
más baratas y con ese ambiente que desprendía cierta jovialidad. Vio otras
posibilidades, pero parecían tener poco ambiente y menos comodidades. Si se
hubiera fiado del motorista-taxi se hubiera hospedado en alguna de las guesthouse locales, caras y sin encanto.
Al
día siguiente, visitaría Gran Zimbabue.
Se
acercó a una de las calles céntricas de la ciudad y allí encontró, y se
“empaquetó” en un pequeño taxi compartido que le dejaría en las famosas ruinas.
Pasados los años —este complejo data aproximadamente del siglo XII— aún no se sabía con absoluta certeza la complejidad de la civilización que lo construyó. Aunque eso sí, por los objetos encontrados fueron gentes que se relacionaron con otras civilizaciones y recibieron influencias externas hasta su desaparición, tres siglos después. Impulsada por el comercio suajili de oro, la ciudad debió crecer hasta convertirse en una gran capital religiosa y política, así como un gran centro de cultura. Pero con el tiempo, fue víctima de su propio éxito. Se creía que el impacto medioambiental y el agotamiento de recursos fueron claves en su desaparición.
Como
herencia, unas construcciones en piedra, unidas sin argamasa, que aún se mantenían
en pie con cierto esplendor y magnificencia. Las ruinas constaban claramente de
dos partes: el Complex Hill y el Complex Valley.
Inició la visita subiendo al Complex Hill, en la parte alta de una elevación desde donde las vistas eran espectaculares: se divisaba a la perfección la magnitud del Complex Valley, un recinto circular muy bien conservado.
Paseó
por el alto recinto amurallado lleno de recovecos, muros y compartimentos que, debido
a ese paseo solitario —sin guía—, no consiguió descifrar cada una de sus posibles
utilidades.
Bajó de las alturas para recorrer la otra parte, un recinto circular (Great Enclosure) muy bien conservado, sobre todo su muro exterior. En su interior, la construcción más misteriosa: la Torre cónica, con un supuesto significado fálico.
En los alrededores, se podía admirar también una aldea reconstruida karanga, donde alguna gente local ofrecía una exhibición de bailes tradicionales. También, poseía un pequeño museo, donde había varios materiales encontrados en excavaciones, y por los alrededores.
Se podía pasar perfectamente una mañana visitando la zona, sin prisas y admirando piedras, y sus construcciones.





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