8 de agosto de 2025

Recorrido norte / República Dominicana


Parque, en la población de Nagua

Después de Puerto Plata, el viajero insatisfecho fue recalando y sondeando algunos puntos por la costa norte dominicana. Paró en Cabarete, donde pasó dos noches, pero le resultó una plaza playera de poca enjundia. Una playa turística, pero también con ambiente local, y con unos alrededores de naturaleza verde, pero poco significativos.

La siguiente estación, elegida de manera arbitraria, sería la ciudad de Nagua, una de las poblaciones más insulsas de toda la isla, al menos, de las pisadas por este mochilero. Encontró un hotel barato, en el que pasó una única noche, pero lo que ofrecía eran unas comodidades escasas. La ciudad, a orillas del mar, vivía de espaldas a éste, aunque entonces estaban iniciando la construcción de un malecón que inevitablemente hermanaría a la ciudad con el mar. Un ridículo parque ajardinado, de una manzana de extensión, era uno de los estímulos turísticos, al menos, al preguntar por ellos, allí le enviaron. De allí, partió al día siguiente hacia Las Terrenas.


Caballos, a veces, utilizados para llegar al salto de El limón

Esta localidad hasta mediados del siglo XX era un pueblucho de pescadores, pero el turismo en esta región estuvo en constante crecimiento debido a la inversión en construcciones turísticas como hoteles, discotecas, restaurantes y plazas comerciales. Al recalar allí, se dio cuenta de la importancia del turismo, por los muchos hoteles que circundaban las extensas playas. Un pequeño apartamento, alejado del bullicio playero, encontrado por Booking, fue el lugar elegido para pasar unos días y noches en la zona.


Salto de El limón

Lo primero que visitó por los alrededores fue el salto de El limón, cerca de la población del mismo nombre. Tomaría un minibús en Las Terrenas hasta el pueblo El limón y allí otro que le dejaría en una de las entradas o acceso a la senda que le llevaría al salto. Desde la entrada hasta el salto eran necesarios unos cincuenta minutos de caminata, de subidas y bajadas por estrechas sendas. Atravesó el arroyo que formaría la cascada, centenares de metros antes de avistarla. La panorámica del salto, una vez a sus pies, después de bajar cientos de escalones entre naturaleza abrupta, no le dejó indiferente. En medio de esta naturaleza dominicana, la caída de las aguas desde una altura de unos cuarenta metros conformaba una cascada de gran belleza. Estaba ocupada ese día por gran número de turistas, tanto locales como extranjeros, que se divertían en ocasiones con los baños en el pequeño estanque que se formaba en su base.

Fue una jornada diferente, en la que pudo huir de playas, uno de los atractivos más populares en República Dominicana.


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2 comentarios:

  1. Después de la lectura de tu entrada anterior y de leer los calificativos que dedicas a Nagua me preguntaba, Blas, si la República Dominicana es un destino adecuado para un viajero como tú.
    Luego, cuando empiezas a hablar de Las Terrenas, empiezo yo también a cambiar de opinión, porque esta parte estoy convencido de que te ha merecido la pena.
    Tal vez pretendemos que los viajes sean "perfectos", y lo mismo deseamos de las personas que nos rodean, etc. Pero la realidad es que, por lo menos en mis viajes, siempre se da esa mezcla de cosas que rechazamos o nos hubiera gustado evitar y cosas como las que cuentas (y vemos) en el salto del Limón.
    Abrzzss!

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  2. Ay qué penita! Yo ni sabía de la existencia de El Limón cuando estuve por allí...
    Gracias Sr. Tigre

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