Luang
Prabang era una
ciudad espectacular, muy turística. Guardaba aún el encanto de antigua colonia
francesa pero poblada de multitud de templos, monasterios y todo tipo de
vestigios budistas. Y monjes, muchos monjes budistas. Se contaban por cientos,
puede que por millares. Monjes madrugadores, para recoger las ofrendas de sus
fieles.
La ciudad, a orillas del río Mekong, rodeaba al templo Phu Si, erigido en lo alto de una pequeña montaña o elevación en cuya ladera crecían árboles y arbustos (De noche, la estupa débilmente iluminada, que coronaba el monte y el templo, parecía flotar sobre la ciudad, que dormía en su base).
La
jornada transcurría para el viajero
insatisfecho entre los paseos y las visitas a la multitud de templos
perdidos en sus calles y callejuelas: Wat Mai Suwannaphumahm, Wat
Ho Pah Bang, Royal Palace, Wat Siang Thong,… y más y
más templos. También, con los recorridos por la parte alta de la ribera del río
Mekong, donde un gran número de cafés y restaurantes animaban al turista a
presenciar el tranquilo transcurrir de sus aguas, y a disfrutar de las maravillosas
puestas de sol, perdido en ese momento entre la vegetación de la orilla
contraria, las palmeras y el verde que lo imprimía todo de color.
Había
muchos sitios en esta ciudad dónde centrar la mirada: en los templos; en las
casas coloniales; en las guesthouse
típicas, aparentemente limpias y muy cuidadas que salpicaban la parte más vieja
de la ciudad; en los puestos callejeros, y en la amabilidad de sus gentes que
no parecían estar hartas de la constante invasión del turismo.
Todos
los días, en las primeras horas de la noche, se montaba un mercadillo variado
de productos locales, de objetos turísticos, de jugos tropicales, de comida. Cientos
y cientos de puestos sobre el suelo, en la calle principal que adquiría el
valor de peatonal. Todo esto se añadía al Night Market que tenía su sitio fijo
en una gran plaza en la base de la montaña central. Se llenaba de puestos, de
mesas, de luces y, en general, de vida. Todo Luang Prabang parecía
cenar en la vía pública y vivir al son que marcaba el extranjero, el foráneo
que buscaba cosas típicas y originales.
Había, además, en los alrededores, sitios que merecían una visita. Unos botes en la ribera del río Mekong, ofertaban recorridos a las cuevas Ban Pat Ou, y varios tuk-tuks, estacionados en los alrededores de Night Market, ofertaban visitas individuales o colectivas a las cataratas de Kuang Si. No era complicado pues llegar a estas cataratas, a unos 30 kilómetros de Luang Prabang. Varios pequeños saltos de agua durante un pequeño recorrido culminaban en una gran catarata principal.
Copyright © By Blas F.Tomé 2023
Bueno, Blas, ya sabes que no soy muy de templos, si acaso ver alguno. Me quedaría con los cafés de la parte alta para disfrutar del café y de las vistas. Y por supuesto del espectáculo de las nalgas.
ResponderEliminarNo quiero despedirme sin desearte un buen año viajero que supongo que, aparte de tocarte la lotería, es de lo mejorcito que te puede pasar.
PD. Y a Pilar le dices que no me importa si es ella la que llega primero a comentar
Que conste en acta que yo he escrito nagas. P.t.s correctores!
ResponderEliminarMe he reído, Emilio, con tu segundo mensaje. Bueno, también con el primero cuando he visto lo de 'nalgas' (ji).
ResponderEliminarAh, creo que Pilar te contestará cuando pase por aquí, como suele hacer.
Os agradezco a los dos los comentarios simpáticos, llenos de curiosidad -a veces- y cariñosos -siempre-. ¡Me encantan!.
Y de la malafollá (delante, recostado...) no me dices nada...
ResponderEliminarPrimero y ante todo, ¡Feliz 2023, querido trotamundos!!
ResponderEliminarTres horas de retraso por el derrumbamiento..., me ha hecho pensar en los atascos que se producen por aquí cuando caen "unos copos de nieve' y la que se monta después de...
Me ha llamado muchísimo la atención el colorido de todas las fotos, con tantas luces y colores, junto a ese color naranja azafrán brillante de las túnicas de los monjes. No sé si será la foto, pero no las recuerdo tan intensas de color en otros monjes.
El espectáculo nocturno de las nagas (yo también me he reído con lo de las 'nalgas' de Emilio:))) debe ser impresionante verlo en vivo y en directo. Me llaman mucho la atención esos farolillos con velas que suelta en otros sitios al mar o por el aire. Verlo en ese momento debe ser algo muy especial.
Preciosa también la catarata, me ha recordado, salvando las distancias, las maravillosas que tenemos en nuestro país, en el Monasterio de Piedra. ¿Lo conoces?
¡Felices Magos!!! Recuerda esta noche poner agua a lo camellos... :))
Besotessss
EMILIO, no le hagas 'mandaos' a nuestro querido viajero, que está ahora 'mu ocupao' haciéndose famoso en sus 'cosas'...
Feliz Año Nuevo también para ti y a ver por dónde viajamos este año de la mano (pluma) de D. Blas F.Tomé., Blas, para los amigos y 'el tigre leonés" para Él, (je,jé)
Un abrazo.