1 de enero de 2023

Luang Prabang, ciudad Patrimonio de la Humanidad / Laos


Museo del Palacio Real

El trayecto de Vang Vieng a Luang Prabang, en un minibús repleto de pasajeros, fue toda una aventura de baches, saltos y sobresaltos. Un gran derrumbe de tierras en la carretera -atravesaba ésta una zona montañosa- hizo que a la duración del viaje se añadieran tres horas: la espera para sobrepasar con tranquilidad aquel inconveniente. Fue necesaria la intervención de una gran máquina con pala para limpiar el terreno y arrastrar a los vehículos hasta cruzar el trecho de zona afectada. Llegaron a Luang Prabang ya entrada la noche cuando lo previsto había sido alcanzar la ciudad con la claridad de media tarde.

Luang Prabang era una ciudad espectacular, muy turística. Guardaba aún el encanto de antigua colonia francesa pero poblada de multitud de templos, monasterios y todo tipo de vestigios budistas. Y monjes, muchos monjes budistas. Se contaban por cientos, puede que por millares. Monjes madrugadores, para recoger las ofrendas de sus fieles.

La ciudad, a orillas del río Mekong, rodeaba al templo Phu Si, erigido en lo alto de una pequeña montaña o elevación en cuya ladera crecían árboles y arbustos (De noche, la estupa débilmente iluminada, que coronaba el monte y el templo, parecía flotar sobre la ciudad, que dormía en su base).


Jóvenes monjes budistas preparando adornos


Templo, con la naga preparada para el desfile nocturno

La jornada transcurría para el viajero insatisfecho entre los paseos y las visitas a la multitud de templos perdidos en sus calles y callejuelas: Wat Mai Suwannaphumahm, Wat Ho Pah Bang, Royal Palace, Wat Siang Thong,… y más y más templos. También, con los recorridos por la parte alta de la ribera del río Mekong, donde un gran número de cafés y restaurantes animaban al turista a presenciar el tranquilo transcurrir de sus aguas, y a disfrutar de las maravillosas puestas de sol, perdido en ese momento entre la vegetación de la orilla contraria, las palmeras y el verde que lo imprimía todo de color.

Había muchos sitios en esta ciudad dónde centrar la mirada: en los templos; en las casas coloniales; en las guesthouse típicas, aparentemente limpias y muy cuidadas que salpicaban la parte más vieja de la ciudad; en los puestos callejeros, y en la amabilidad de sus gentes que no parecían estar hartas de la constante invasión del turismo.

Todos los días, en las primeras horas de la noche, se montaba un mercadillo variado de productos locales, de objetos turísticos, de jugos tropicales, de comida. Cientos y cientos de puestos sobre el suelo, en la calle principal que adquiría el valor de peatonal. Todo esto se añadía al Night Market que tenía su sitio fijo en una gran plaza en la base de la montaña central. Se llenaba de puestos, de mesas, de luces y, en general, de vida. Todo Luang Prabang parecía cenar en la vía pública y vivir al son que marcaba el extranjero, el foráneo que buscaba cosas típicas y originales.


Templos iluminados el día antes del Festival de la Luz

Una de las noches -recuerda que fueron tres- se celebró el Festival de la Luz o Barcas de fuego, de gran colorido, luces, carrozas de dragones o serpientes y gente alrededor. Una celebración local y tradicional, desvirtuada en los últimos años por la multitud de turistas, aunque aún mantenía cierta autenticidad. Una procesión de grandes barcas, repletas de velas encendidas y recubiertas con papel de colores sobre una estructura de bambú formando grandes serpientes luminosas: las nagas, diosas de las aguas. Estas grandes nagas iluminadas avanzaban por la calle principal hasta el principal monasterio de la ciudad, el Vat Siang Thong. Por un antiguo embarcadero real descendían hasta las aguas del río Mekong, donde las barcas eran liberadas creando un espectáculo precioso.

Una de las nagas en el desfile del Festival de la Luz

Había, además, en los alrededores, sitios que merecían una visita. Unos botes en la ribera del río Mekong, ofertaban recorridos a las cuevas Ban Pat Ou, y varios tuk-tuks, estacionados en los alrededores de Night Market, ofertaban visitas individuales o colectivas a las cataratas de Kuang Si. No era complicado pues llegar a estas cataratas, a unos 30 kilómetros de Luang Prabang. Varios pequeños saltos de agua durante un pequeño recorrido culminaban en una gran catarata principal.


Cataratas de Kuang Si


 Copyright © By Blas F.Tomé 2023

5 comentarios:

  1. Bueno, Blas, ya sabes que no soy muy de templos, si acaso ver alguno. Me quedaría con los cafés de la parte alta para disfrutar del café y de las vistas. Y por supuesto del espectáculo de las nalgas.
    No quiero despedirme sin desearte un buen año viajero que supongo que, aparte de tocarte la lotería, es de lo mejorcito que te puede pasar.
    PD. Y a Pilar le dices que no me importa si es ella la que llega primero a comentar

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  2. Que conste en acta que yo he escrito nagas. P.t.s correctores!

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  3. Me he reído, Emilio, con tu segundo mensaje. Bueno, también con el primero cuando he visto lo de 'nalgas' (ji).
    Ah, creo que Pilar te contestará cuando pase por aquí, como suele hacer.
    Os agradezco a los dos los comentarios simpáticos, llenos de curiosidad -a veces- y cariñosos -siempre-. ¡Me encantan!.

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  4. Y de la malafollá (delante, recostado...) no me dices nada...

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  5. Primero y ante todo, ¡Feliz 2023, querido trotamundos!!
    Tres horas de retraso por el derrumbamiento..., me ha hecho pensar en los atascos que se producen por aquí cuando caen "unos copos de nieve' y la que se monta después de...

    Me ha llamado muchísimo la atención el colorido de todas las fotos, con tantas luces y colores, junto a ese color naranja azafrán brillante de las túnicas de los monjes. No sé si será la foto, pero no las recuerdo tan intensas de color en otros monjes.
    El espectáculo nocturno de las nagas (yo también me he reído con lo de las 'nalgas' de Emilio:))) debe ser impresionante verlo en vivo y en directo. Me llaman mucho la atención esos farolillos con velas que suelta en otros sitios al mar o por el aire. Verlo en ese momento debe ser algo muy especial.
    Preciosa también la catarata, me ha recordado, salvando las distancias, las maravillosas que tenemos en nuestro país, en el Monasterio de Piedra. ¿Lo conoces?

    ¡Felices Magos!!! Recuerda esta noche poner agua a lo camellos... :))
    Besotessss

    EMILIO, no le hagas 'mandaos' a nuestro querido viajero, que está ahora 'mu ocupao' haciéndose famoso en sus 'cosas'...
    Feliz Año Nuevo también para ti y a ver por dónde viajamos este año de la mano (pluma) de D. Blas F.Tomé., Blas, para los amigos y 'el tigre leonés" para Él, (je,jé)
    Un abrazo.
















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