El descanso del león, o leona.
En
la visita al Parque Nacional de Pendjari (Benin) tuvo mucho que ver las
casualidades que conlleva un viaje, las probabilidades del que las busca y la
voluntad de unas mujeres que finalmente le permitieron unirse. En el 4x4 que
les llevó de gira iban una alemana, una francesa, una finlandesa, una coreana y
el viajero insatisfecho (español).
El día previo, tuvo la suerte de conocer a la francesa que hablaba un perfecto
castellano y le invitó a estar presente en la reunión preparatoria en la que se
decidiría si la visita era posible o no. Al final, las “cuatro mochileras+uno”,
salidos todos de diferentes lugares, se encantaron a sí mismos y decidieron
acoplarse para abaratar costes y conocer el Parque Nacional, a un centenar de
kilómetros de la ciudad de Natitingou, donde se encontraban.
El PN de Pendjari, que tiene una superficie de 2.750 Km², toma su nombre del río que le atraviesa. Al sur, limita con los precipicios del macizo de Atacora, aunque éstos realmente no están dentro del propio parque. Era conocido por su vida silvestre y por ser el hogar de algunas de las últimas poblaciones de elefantes, leones e hipopótamos del África Occidental, tres ‘grandes’ que afortunadamente consiguieron divisar.
El PN de Pendjari, que tiene una superficie de 2.750 Km², toma su nombre del río que le atraviesa. Al sur, limita con los precipicios del macizo de Atacora, aunque éstos realmente no están dentro del propio parque. Era conocido por su vida silvestre y por ser el hogar de algunas de las últimas poblaciones de elefantes, leones e hipopótamos del África Occidental, tres ‘grandes’ que afortunadamente consiguieron divisar.
Una primera crítica que le viene a la mente es que no era la
época apropiada. La estación seca en la zona (mes de enero) no favorecía
contemplar un entorno bello y verdes praderas, más bien todo lo contrario, en
gran parte, pastizales quemados por los responsables del parque. Fuegos
controlados para evitar -dijo el guía- grandes incendios que pudieran ser
mortales para aquellos animales y terreno protegidos. Los carnívoros y
herbívoros, que se dejaban ver lejos, y el a veces paisaje quemado que rodeaba
el trayecto, no permitieron una especial euforia.
Fuera
como fuese, una gran visita.
Esta "gran visita" que no lo parece por las condiciones que describes, pero que entiendo muy bien que lo fuera, me ha hecho recordar a otra mía, esa vez en el Caribe, con una pareja de finlandeses con los que casi no me entendía pero con quienes compartí algo que fue, para mi también, una gran visita.
ResponderEliminarEl viaje, cualquier viaje auténtico, tiene su propia lógica que es casi inexplicable.
Gracias y saludos.
Si alguna vez tengo la oportunidad de visitar Pendjari, ya procuraré no ir en enero porque creo que llevas razón: merecería más la pena encontrarse esas verdes praderas que imaginarlas. Por mucha imaginación que uno le eche.
ResponderEliminarUn abrazo: emilio
Eso de compartir siempre viene bien, aunque haya que tragar bilis, a veces, con los muy prevenidos y miedosos.
ResponderEliminarQuizas la estacion seca sea menos atractiva a la vista, sin embargo creo que seria mas propicia al avistamiento de los "grandes", como dices.
¿Como seria posible entre los yerbazales gigantescos de la sabana?
Eso de provocar fuegos tambien lo practican los masais para hacer brotar la yerbita tierna para sus ganados...
No te queje! No te quejes! So Insatisfecho...
Besos
Si a pesar de estar en la época seca la visita mereció la pena el viajero mochilero tendrá que darse por satisfecho de su aventura africana.
ResponderEliminarUn abrazo, Blas.